· En otro lugar, nos hemos ocupado ya de
describir cómo
se aprenden las lenguas. Hoy, nos proponemos responder a otras preguntas
complementarias: ¿En qué consiste saber una o varias lengua(s)? ¿Qué grado de competencia
hay que alcanzar en cada una de ellas, para poder afirmar que son dominadas y
se conocen? En las respuestas dadas a estas preguntas, reina una gran confusión
y un enorme desvarío. En efecto, en Cataluña, cuando de comprensión-expresión
oral y escrita se trata, los miembros de la casta política, los “todólogos” o “tolosas” (esos que disertan sobre todo, sin saber de nada) e
incluso una buena parte de los profesionales de la enseñanza hablan o escriben,
como dicen en Almagarinos
(pueblo del Bierzo Alto), al sabor de la boca, i.e. sin ton ni son y sin
conocimiento de causa. Por eso, acudamos a la sociolingüística y a la lingüística, para tener una respuesta
fundamentada, razonada, motivada, objetiva y sistémica.
· El sociolingüista Basil Berstein, progenitor de la “teoría
de los dos códigos”, distingue dos grados diferentes en el dominio de
una lengua. Por un lado, está el “código
restringido”: la lengua de las clases trabajadoras —desfavorecidas económica, social y
culturalmente— que permite la comunicación coloquial, en situaciones no
formales, y que conduce, más frecuentemente, al fracaso escolar. Y, por el otro, el “código elaborado”: la lengua utilizada por las clases
medias, favorecidas desde el punto
de vista económico, social y cultural; la lengua de las situaciones
formales de comunicación; la lengua vehicular en la escuela y que conduce,
normalmente o más frecuentemente, al éxito escolar.
· Según B. Berstein, para desenvolverse con eficacia,
en cualquier situación de comunicación, oral o escrita, y para fundamentar el
éxito escolar, profesional y social, no es suficiente con el “código
restringido” (la lengua coloquial y cotidiana). Por eso, la adquisición del
“código elaborado” es, al mismo tiempo, el objetivo que se debe
conseguir en la escuela y, al mismo tiempo, el instrumento para alcanzarlo. Esta
última aseveración conclusiva pone en entredicho la marginación de la que es
objeto el español como lengua vehicular en la escuela catalana.
· Ahora bien, ¿en
qué consiste el “código elaborado”?
¿Qué permite hacer este código? Aquí reina también una gran confusión, un
desconocimiento, una ignorancia y una desinformación generalizados. En efecto,
la casta política y sindical, los “todólogos”,
gran parte de los profesores y el ciudadano de a pie suelen confundir la “competencia lingüística” (Noam Chomsky) con la “competencia comunicativa” (Dell H.
Hymes).
· Según el padre
de la gramática generativa y transformacional (GGT), la “competencia lingüística” es la capacidad de un locutor para producir y comprender un número infinito
de frases. Y con su teoría gramatical, Chomsky ha pretendido precisamente
describir esta competencia. Ahora bien, dominar el “código elaborado” o poseer una “competencia
comunicativa” es mucho, mucho,… muchísimo más que esa capacidad de
construir frases o de no hacer faltas de ortografía, como piensan muchos indocumentados.
· El “código elaborado” de Berstein puede ser
asimilado a la “competencia comunicativa”
de Hymes. En base a estas dos nociones y tanto para uno como para el otro, un
locutor domina una lengua cuando es capaz de producir y comprender un número infinito de textos, en
situaciones de comunicación diversificadas; es decir, si es capaz de dominar
las habilidades (skills) para comunicar
oralmente (comprender y expresarse) y por escrito (leer y redactar). Ahora
bien, para ser capaz de hacer esto, no es suficiente la “competencia lingüística” (capacidad de construir y descodificar
frases). Es necesario poseer, además, una “competencia
textual o discursiva”, que nos
permita construir y descodificar textos.
· En efecto, basta con que
pensemos en nuestros comportamientos lingüísticos para verificar que, normalmente,
producimos o descodificamos textos (conjuntos estructurados o series
coherentes de frases). Sin embarg0, esta capacidad, tanto en catalán como en
español, de producir textos estructurados y coherentes, y de descodificarlos,
no suele ser objeto, en general, de enseñanza-aprendizaje en el sistema
educativo de Cataluña. Por eso, es lógico que, generalmente, no la dominen los
jóvenes que llegan a la universidad, como lo constatamos aquellos que trabajamos
en la enseñanza superior; y, en muchos casos, me atrevo a decir que tampoco la
dominan cuando terminan los estudios universitarios.
· Además, la “competencia comunicativa” en una lengua es mucho más que utilizar
un sistema lingüístico para producir y descodificar textos. A esta competencia
hay que añadir lo que Umberto Eco
llama la “competencia enciclopédica”
o lo que, en didactología de las lenguas y de las culturas, los didactólogos
denominamos “competencia cultural”:
la adquisición de la cultura —en sentido amplio: costumbres, historia, cine,
teatro, literatura, política, economía, música, gastronomía, arte, etc. — del
pueblo cuya lengua se aprende. Sólo así, a los auténticos locutores bilingües o
multilingües no se les podrá aplicar lo que dice J.L. Borges, en El Aleph,
del anticuario londinense, Joseph Cartaphilus, que “se manejaba con fluidez e ignorancia en diversas lenguas”.
·
Las constataciones empíricas y lo que dicen las ciencias (lingüística,
sociolingüística y didactología) están a mil años luz de lo que pontifican, sin
fundamento y sin ruborizarse, esos charlatanes de mercadillo de la casta
política y los “todólogos” de
servicio catalanes. Todos estos legos, cegados por la fe nacionalista y
alejados de las preocupaciones pedagógicas, se dedican a propalar y a repetir
—como un mantra y sin venir a cuento—un rosario de mentiras
sobre las bondades de la “inmersión
precoz y total” y sobre los peligros que traería consigo el equiparar
el catalán y el español como lenguas vehiculares de la enseñanza en Cataluña. Y
la casa, sin barrer: los jóvenes catalanes no llegan, en general, a adquirir la
“competencia comunicativa” o el “código elaborado”, tanto en catalán como
en español. Y los informes PISA o de la OCDE están ahí para recordarnos que
permanecen instalados en la mediocridad.
· En efecto,
poniéndose los principios psicopedagógicos por montera, todos estos ignaros consideran
un ataque y una agresión que el español tenga, con el catalán, el estatus de
lengua vehicular en el sistema educativo de Cataluña. Además, entrando en
contradicción con la realidad, repiten hasta la saciedad que el español no está
marginado en el sistema educativo catalán. Y vuelven a mentir cuando aseveran que
el modelo de escuela catalana contribuye a la cohesión social y garantiza que
los alumnos conozcan bien las dos lenguas. ¡Craso error!
· Lo dicho sobre la casta política y los “todólogos” podría decirse también de los
profesionales de la enseñanza (profesores de todos los niveles educativos), que
han dado y dan muestra de una ignorancia supina sobre lo que es dominar una
lengua y sobre lo que hay que enseñar-aprender para conseguirlo. Y esto se ve,
cada año, cuando nuevas
hornadas de jóvenes llegan a la universidad, cada vez “más incapacitados para la expresión y el raciocinio” (Víctor García
de la Concha dixit, hablando de los nuevos universitarios españoles). En
general, ni saben leer, ni saben redactar, ni saben reflexionar, ni tienen “une tête bien pleine ni bien faite”, como
hubiera dicho Michel de Montaigne.
Es decir, no dominan los conocimientos instrumentales básicos e imprescindibles
(i.e. la competencia comunicativa) para sacar provecho de los estudios
universitarios y ser, en el futuro, hombres y mujeres, como diría Karlos Arguiñano, “con fundamento”.
Coda: « Je ne
demande pas à être approuvé, mais à être examiné et, si l’on me condamne, qu’on
m’éclaire » (Ch. Nodier).
© Manuel I.
Cabezas González
Publicado en Diálogo Libre, Periodista Digital, La
Tribuna del País Vasco, Bottup y Crónica Popular.
30 de noviembre de 2013