lunes, 19 de agosto de 2013

ERA DIGITAL Y COMUNICACIÓN


· Hace algunas semanas, analizaba la modalidad de lectura del “lector-mariposaon line y llegaba a la conclusión de que este tipo de lector era un efecto colateral nocivo y no deseado del progreso (?) y de la democratización de las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información (TIC).

· Hoy, quiero referirme a otro artilugio de los tiempos modernos, el teléfono móvil, y al sucedáneo de comunicación propiciado por este gadget de las sociedades desarrolladas. Las cifras son elocuentes y contundentes. Desde la llegada de la telefonía móvil a España, en 1976, el número de móviles no ha hecho más que aumentar, hasta el punto de que hay más líneas de teléfono móvil que habitantes (112,7 líneas por cada 100 habitantes). Ahora bien, ¿la democratización de este nuevo progreso tecnológico contribuye a favorecer y mejorar la comunicación entre los bípedos parlantes o más bien es un obstáculo que los separa y que les priva de la palabra y del comercio lingüístico, dificultando o impidiendo la comunicación? Y en particular, ¿qué uso hacen de él esos grandes consumidores, los adolescentes y los jóvenes?

 · Tanto unos como otros utilizan masivamente el móvil. Se podría decir que viven pegados a él. Según un estudio del INTECO (Instituto Nacional de Tecnologías de la Información), el primer móvil (regalo envenenado, para muchos sociólogos y psicólogos) les llega entre los 10 y los 12 años. Además, el 93% de ellos dispone de uno, que renuevan periódicamente para dotarse de otro, más moderno y con más prestaciones. El 63% posee un “smartphone” (teléfono inteligente). Y entre ellos, el que no tiene móvil, que es la excepción que confirma la regla, y sobre todo de la última generación, no es nada ni nadie ni es visible para los de su tribu.

· Ahora bien, este moderno “becerro de oro”, que cautiva a las masas jóvenes, no es inocuo y tiene también sus efectos colaterales e indeseables, tanto para la estabilidad emocional como para la comunicación. En efecto, el uso/abuso del móvil está en el origen de una de las nuevas patologías del siglo XXI: la “nomofobia”, acrónimo de “no mobile phone phobia”. Esta nueva adicción podría definirse como el miedo a estar sin teléfono móvil. Y con este término se designa la dependencia total o esclavitud de los usuarios a este nuevo artilugio. Un 66% de la población británica sufre ya esta patología. En España, es el caso del 8% de los universitarios. Y la nomofobia amenaza con convertirse, muy rápidamente, en pandemia, si no lo es ya.

· Por otro lado, basta con observar el uso o, más bien, el abuso que se hace del móvil, para darse cuenta de que la esencia de la comunicación natural y prístina (la del “face to face” o “tête à tête”) se resiente, se resquebraja, se empobrece o simplemente es anulada. En la comunicación “tête à tête”, los interlocutores utilizan varios sistemas semiológicos o sistemas de signos: además de una lengua natural, emplean el lenguaje no verbal (la “kinésie” y la “proxémie”). Éste, el no-verbal, permite vehicular no sólo la misma información que una lengua natural sino mucha más, mediante otros códigos diferentes, que son complementarios y redundantes entre sí. Ahora bien, si observamos el comportamiento de los jóvenes y adolescentes, podemos constatar que el móvil desplaza, sustituye o anula la comunicación pluricodificada del “tête à tête”, en aras de la lengua escrita compulsiva y lacónica de los mensajes de texto (los tweets, los whatsapps, los correos electrónicos, etc.), olvidándose de aquello que escribió José Saramago para glosar la ausencia de alma o de emoción del lenguaje virtual: “Jamás una lágrima emborronará un correo electrónico”. Basta con dar algunos ejemplos para ilustrar lo aseverado y levantar acta del triunfo de la comunicación virtual sobre la real.

· En los últimos años, en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), he podido constatar cómo el teléfono móvil se ha convertido en un complemento obligado de la juventud universitaria española (y también de la no universitaria, como  puede verificarse en cualquier lugar público). Esto no es ni malo ni bueno, simplemente es una constatación. Ahora bien, es el uso que los jóvenes universitarios hacen del mismo lo que me ha  puesto la mosca detrás de la oreja. He aquí algunas situaciones, sacadas de la vida real.

· Situación 1: en la cafetería de la Facultad de Letras de la UAB, es habitual y lógico que varios amigos o compañeros de clase compartan espacio y se sienten alrededor de una mesa para tomar algún refrigerio. Ahora bien, en vez de aprovechar el encuentro y la situación para confraternizar con los presentes, es cada vez más habitual que cada uno de ellos, aislado de los otros, se ponga a manipular su móvil para “comunicar” (?) con los ausentes y así aislarse de los presentes. Desde luego, según Ángel A. Herrera, “no deja de ser una falta de educación pasarse el rato hablando con quienes no están sentados a la mesa de comensales”. Da la impresión, como precisa Manuel Vicent,  que “tanto ellos como ellas saben que sin móvil no son nada, ni tienen nada que decir”.

· Situación 2: al final de la jornada universitaria, muchos estudiantes utilizan el transporte público para volver a sus casas. Cada día, los veo esperando pacientemente en las paradas de autobús de la UAB. Pero, en vez de aprovechar este momento de espera para que el azar haga su trabajo y así diversificar y aumentar el número de conocidos y amigos y, a lo mejor, encontrar la media naranja, están aislados, ensimismados con esa prolongación de sus cuerpos: el móvil. Unos y otros, de nuevo, están comunicando (?) con ausentes y olvidándose de los presentes. Al observar este comportamiento, me ha venido a las mientes el consejo que da Sherry Turkle: “Apaguen los teléfonos móviles y empiecen a vivir”.

· Situación 3: en los pasillos, en la cafetería, en las paradas de autobús,… de la UAB, es muy frecuente observar cómo, en unos segundos, un estudiante desenfunda y enfunda reiteradamente, —como Billy the Kid, el revólver— su smartphone, para garabatear compulsivamente con sus dedos pulgares una ristra de mensajes rápidos, entre pausas muy cortas. Esta tercera constatación parece dar la razón a Manuel Vicent, para quien “hoy los móviles se diseñan para poder expresar una idiotez cada día un segundo más rápido”.

· Situación 4: hace unas semanas, en el parque de la Riera de Cerdanyola del Vallès, dando mi paseo cotidiano, pude presenciar una escena, en parte, extraña. Una joven pareja de adolescentes se dedicaban al cortejo amoroso y, habiendo adoptado la posición del misionero, habían procedido a simular un ayuntamiento carnal. Ahora bien, mientras el machoman empleaba sus manos para acariciar las carnes prietas de la girl, ésta manipulaba con las suyas un teléfono móvil. De nuevo, para la girl, lo virtual o el ausente era más importante, más placentero, más excitante que lo real y presente. Así, el móvil, en vez de jugar el papel de “trait d’unión” o de conjunción “copulativa”, se convierte en cortafuegos o manguera de bombero o instrumento de separación.

· El móvil es un gran adelanto técnico, que presta importantes servicios a los usuarios. Esto nadie lo discute. Además, es una perogrullada afirmar que  nada es bueno o malo “per se”; eso depende del uso que hacemos del objeto o del producto que tenemos a nuestro alcance. Por lo que respecta al móvil, los datos y situaciones, presentados ut supra,  denotan que el uso dado al mismo está en el origen de dos graves patologías: una, emocional, la nomofobia; la otra, lingüística, sustitución de la comunicación natural (“tête à tête”) por la virtual. Y estas patologías parecen ser la manifestación de un malestar más profundo en los usuarios del móvil, al que algunos psicólogos han empezado a dar nombres: baja autoestima, problemas de aceptación del propio grupo y déficits en habilidades sociales y en resolución de conflictos. Por eso, como aconseja Sherry Turkle, apaguemos los móviles y empecemos a vivir.

© Manuel I. Cabezas González
Publicado en Diálogo Libre, Red de Blogs Comprometidos, La Crónica de Guadalajara, Eldebat.cat, Noticias de Navarra, Bottup y Cerdanyola info.
15 de agosto de 301

martes, 13 de agosto de 2013

(XII): de los defensores del español en Cataluña.



 

· La sarta de mentiras que hemos ido desgranando hasta ahora, y otras nuevas que iremos poniendo negro sobre blanco en el futuro, aquí en LVdB, nunca dejó indiferente a la parte más concienciada, más informada y más comprometida de la sociedad civil catalana. Ésta, desde hace muchos años, ha reaccionado ante la deriva de la política lingüística de los sucesivos Gobiernos de la Generalidad de Cataluña. En efecto, ante la imposición de la “inmersión precoz, total y obligatoria” y ante la entropía provocada por la misma, esta parte de la sociedad civil se ha movilizado para hacerle frente y para defender los derechos lingüísticos tanto de los hispanohablantes y como de los catalanoparlantes.

· Desde los decretos de inmersión de 1992 y aún antes, de esta parte “ilustrada” de la sociedad catalana surgieron numerosas asociaciones (Acción Cultural Miguel de Cervantes, Asociación por la Tolerancia, Convivencia Cívica Catalana, Profesores por el Bilingüismo, Foro Babel, Coordinadora de Afectados en Defensa del Castellano, etc.), ocupadas y preocupadas en/por la defensa de los derechos lingüísticos de los ciudadanos de Cataluña. Con el mismo objetivo, también aparecieron dos nuevos partidos políticos: uno, en 2006, con implantación regional en Cataluña, C’s;  el otro, en 2007, con la pretensión de implantarse a nivel nacional, UPyD. Y, por otro lado, vieron el día nuevos medios de comunicación digitales (La Voz Libre, La Voz de Barcelona, Diálogo Libre, etc.) y numerosos blogs, que recogen cotidiana y puntualmente, ante el pacto de silencio de los medios “apesebrados”, noticias y análisis sobre la problemática lingüística, y que reman en la misma dirección: defensa de los derechos lingüísticos de todos los ciudadanos de Cataluña, tanto de los hispanohablantes como de los cataloparlantes.

· Ante la política de hechos consumados y ante los oídos sordos de las autoridades catalanas, estas asociaciones, estos partidos, estos medios y estos blogs han llevado a cabo una ardua, meritoria, intensa y persistente labor en defensa de los derechos lingüísticos y en pro del bilingüismo. ¿Cómo? Mediante estudios, análisis, manifiestos, conferencias, debates, etc.; mediante manifestaciones y concentraciones de protesta y reivindicativas; mediante iniciativas e intervenciones parlamentarias (por ejemplo, “la enmienda seis punto uno”, “la iniciativa legislativa popular”); mediante acciones judiciales ante el TSJC, el Tribunal Supremo y el Constitucional, y denuncias ante el Defensor del Pueblo. En todas estas acciones reivindicativas, la razón, “lo psico-pedagógicamente correcto” y la legislación vigente estaban y están del lado de los “protestantes” contra la política de “inmersión precoz, total y obligatoria” de la Generalidad de Cataluña.

· Ahora bien, ¿dónde ha conducido todo esto? ¿Para qué ha servido tanta actividad? ¿Se ha conseguido algún resultado tangible y concreto que haya permitido un respeto efectivo y un ejercicio real de los derechos lingüísticos de los ciudadanos de Cataluña? No. Sin embargo, como hemos indicado ut supra, las razones y la razón están de parte de los “protestantes” contra la política lingüística de la Generalidad de Cataluña. Ahí están, por un lado, las reiteradas sentencias judiciales del  TSJC  y el Tribunal Supremo que lo ratifican. Ahí están también los argumentos psicopedagógicos que apoyan científicamente sus reivindicaciones. Sin embargo y a pesar de que el fuero y la ciencia están de parte de los “protestantes”, las reiteradas sentencias judiciales ni fueron acatadas ni ejecutadas por las autoridades educativas de Cataluña, que están instaladas en el desacato permanente. Por su parte, el Gobierno de España y el Poder Judicial hacen sistemáticamente mutis por el foro y también dejación de funciones, para cumplir y hacer cumplir las leyes y las sentencias firmes. Y como no pasa nada, la Generalidad de Cataluña sigue con su producción normativa, nueva y renovada, para profundizar, consolidar y blindar las mentiras sobre las que se asienta su política lingüística.

· Ante este estado de cosas y ante los nulos resultados prácticos obtenidos, está claro, por un lado, que lo hecho ha servido de poco, de muy poco o de nada; y por el otro, que el camino seguido no ha sido correcto, aunque había que recorrerlo para darse cuenta de ello, y que es necesario rectificar, que es propio de sabios. Creo que fue Albert Einstein el que dijo que “si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”. Por eso, un cambio radical de paradigma se impone, si se quiere que triunfe la razón y, con ella, el respeto y el ejercicio real de los derechos lingüísticos en Cataluña.

· Este cambio de paradigma implica una serie de transformaciones, que me permito simplemente apuntar, para alimentar un debate necesario entre la parte más concienciada, más informada y más comprometida de la sociedad civil catalana y así buscar soluciones funcionales, operativas y eficaces. Por un lado, creo que la parte esta parte “ilustrada” de la sociedad catalana debería cambiar de interlocutores: no sirve de nada seguir confiando en el “parloteo” que se trae la casta política (y me refiero a todos los partidos políticos) en el Parlamento de Cataluña o en el Nacional; no sirve de nada tampoco dirigirse al Poder Judicial o a la casta política; más bien, se deberían tender puentes con la sociedad civil y dirigirse a los propios afectados (padres, ciudadanos de a pie y alumnos).

· Por otro lado, creo que habría que cambiar de discurso y adecuarlo a los nuevos interlocutores (cf. ci-dessus): los discursos y análisis de “mercadillo” y de papagayo (que siempre repiten lo mismo), que es lo propio de la casta política y de los “todólogos” mediáticos, deben dar paso a mensajes, preñados de argumentos/razones lingüísticos, psicopedagógicos y psicolingüísticos. Estas ciencias tienen mucho que decir y, hasta ahora, no se les ha escuchado ni mucho ni poco.

· Finalmente y en función de los nuevos interlocutores y del nuevo discurso (cf. ci-dessus), habría que cambiar de estrategia y diversificar también las acciones que hay que llevar a cabo, para que la sociedad civil (ciudadanos de a pie, padres y alumnos) tome conciencia de lo que está en juego y, en consecuencia, se movilice para hacer cambiar, de una vez, las cosas y para que el ejercicio de los derechos fundamentales, los lingüísticos, sea una realidad efectiva.

· Ante los resultados obtenidos en 30 años, ante la evolución de la política lingüística y ante lo que se avecina, la sociedad civil catalana más concienciada, más informada y más comprometida debería hacer piña y proceder a los cambios que he sugerido, pero al margen de la interesada e ineficiente casta política (PP, C’s y UPyD). Para ello, debe subordinar todo al éxito de la defensa de los derechos lingüísticos de todos los ciudadanos, dejando de lado el sectarismo y los intereses partidistas de la casta política y de sus compañeros de viaje, que trapichean con uno de los derechos fundamentales del ciudadano: los derechos lingüísticos.

Coda: « Je ne demande pas à être approuvé, mais à être examiné et, si l’on me condamne, qu’on m’éclaire » (Ch. Nodier).

© Manuel I. Cabezas González
Publicado en La Voz de Barcelona, Bottup, Eldebat.cat y Web Fundación para la Libertad.
honrad.blogspot.com
13 de agosto de 2013