domingo, 30 de junio de 2019

LOS MUROS DEL PAPA FRANCISCO Y DE LA UNIÓN EUROPEA

 
                                                                                         Muralla que aprisiona la Ciudad del Vaticano

· Corrían los últimos días de 2018 cuando visité, por primera vez, Roma. Durante más de una semana, recorrí las siete colinas de la Ciudad Eterna. Así, pude admirar ese museo-ciudad al aire libre, que nos hace sentir que somos unos liliputienses si nos comparamos con los hacedores de lo que se puede ver y contemplar, simplemente callejeando. Y, como no podía ser de otra forma, también recorrí la Colina Vaticana, sita en el Trastévere. Y, aquí, la Ciudad-Estado del Vaticano fue una visita obligada.

· Al Vaticano le dediqué dos días. El 25 de diciembre, en la Plaza de San Pedro, asistí a la tradicional y ritual bendición “urbi et orbi” del Papa Francisco. Otro día, lo invertí en visitar los museos vaticanos y la Basílica de San Pedro. Impresiona la concentración de obras de arte y también la majestuosidad de la Plaza y de la Basílica de San Pedro así como de las dependencias vaticanas. Pero hubo también otras dos cosas que llamaron poderosamente mi atención y que me impactaron muy negativamente. Por eso, voy a centrarme en éstas.

· Por un lado, como Jesús cuando entró en el Templo de Jerusalén, me horrorizó la ocupación y la colonización de la ciudad “santa” (?) por los parientes modernos de los que Jesús expulsó del templo de David: los mercaderes, adoradores del “becerro de oro” (Éxodo, 32). Ante esto, a uno le dieron ganas, como a Jesús,  de coger el látigo para limpiarla de mercaderes y de repetirles aquello de “Mi casa será llamada casa de oración, pero vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones” (Mateo 21,13).

· Y, por otro lado, me impactó también la robusta e imponente muralla que rodea completamente la Ciudad-Estado del Vaticano y que no se la salta un gitano. Su trazado coincide con la primitiva, construida en el siglo IX, en parte, por el Papa León IV. Tenía y tiene sólo 5 puertas de acceso al territorio vaticano, puertas férreamente custodiadas por los “carabinieri” y/o los guardias suizos y/o la seguridad privada.

· Históricamente, las murallas prístinas fueron construidas para proteger y defender los primeros núcleos urbanos de los enemigos y de las epidemias. Por eso, en Las Partidas, Alfonso X El Sabio, definió la “ciudad” como todo lugar cerrado con muros. Ahora bien, con el paso del tiempo, las murallas también adquirieron otras funciones: demostración de fuerza e independencia política; control del tráfico mercantil y de la fiscalidad sobre las mercancías: para este control, todo debía pasar por una sola puerta de la muralla; papel ornamental: las murallas hacen que las ciudades sean más nobles y bellas, etc. Sin embargo, con la llegada de la pólvora desde China, gracias a Marco Polo, las murallas perdieron su funcionalidad original. Hoy, las parientes modernas de las murallas —las “vallas”, por ejemplo, en Ceuta y Melilla; y los “muros”, por ejemplo, el demolido “muro de Berlín” o el inacabado muro entre México y EE.UU.— han encontrado una nueva funcionalidad: impedir o dificultar las migraciones de seres humanos entre países o territorios.

· Pongo el acento sobre la muralla que rodea la Ciudad-Estado del Vaticano porque me impresionó. Pero, sobre todo, por las declaraciones del Papa Francisco a Jordi Évole, el pasado 22 de marzo, para el programa “Salvados” (La Sexta). En una larga entrevista (casi una hora), el Papa Francisco habló de lo divino y de lo humano, pero hizo hincapié, sobre todo, en el drama humano de los refugiados y de los migrantes. Unos y otros —aguijoneados por el hambre, las persecuciones, las guerras, la injusticia, la pobreza, la desesperación, etc. y también por una  gran ilusión y una esperanza o fe ciega en una vida mejor se ponen en movimiento, sin medir las consecuencias de una migración instintiva, vital, desordenada e ilegal. Y, por eso, puede decirse que, en general, salen de Málaga para entrar en Malagón, donde a muchos les espera la muerte, el sufrimiento, la explotación laboral y sexual, etc.

· En la parte central de la precitada entrevista al Papa Francisco, J. Évole le mostró un trozo de concertina de las vallas de Ceuta y Melilla, que separan estas dos ciudades de Marruecos, e hizo referencia explícita al muro que Trump quiere seguir construyendo y rematar entre México y EE.UU. Y también trajo a colación esos “muros naturales” de los desiertos, de los ríos, de los mares, de las montañas y de los países-muralla. Este es el caso de Turquía y Marruecos, encargados de impedir, como auténticos mercenarios y a cambio de jugosas contraprestaciones crematísticas, que los emigrantes lleguen a Europa.

· Ante estos hechos, el Papa Francisco siente un gran dolor y echa la culpa al capitalismo y a esa madre envejecida y descastada que es Europa. Además, formula una “ley universal”, según él, válida en el orden social y personal: “El que levanta un muro termina siendo prisionero del muro que levantó”. Para evitar esta auto-prisión, propone la alternativa de “construir puentes”, que permitan que los hombres puedan circular libremente y comunicarse. La U.E., por su lado, está obsesionada también por los flujos migratorios y responsabiliza de ello a las mafias y a los países exportadores de inmigrantes.

· La propuesta del Papa Francisco coincide con uno de los principios fundacionales y fundamentales de la Unión Europea, vehiculado por los mensajes icónicos de los billetes de curso legal de la zona euro: en todos los billetes, aparecen puentes, ventanas y puertas, que simbolizan la apertura así como la circulación y el tránsito tanto de personas como de mercancías. Estos mensajes del Papa y el de los billetes denotan sentimientos solidarios y generosos: no hay que construir muros ni vallas; hay que destruirlos, como sucedió con el de Berlín. Y en su lugar, hay que propiciar la construcción de puentes y la apertura de ventanas y puertas, que favorezcan las migraciones y la comunicación. Se trata de un lenguaje políticamente correcto, en estado puro. Ahora bien, una cosa es predicar y otra dar trigo.

· Por sus actos, que contradicen lo que verbalizan, tanto el Papa Francisco como la Unión Europea son incoherentes, ya que están instalados en la zona de confort tras sus fornidas y protectoras murallas. El Papa sigue viviendo dentro de la pétrea muralla del Vaticano, cerrada a cal y canto para cualquier necesitado que llame a alguna de sus puertas. Y la Unión Europea sigue comprando los servicios de dos países mercenarios (Turquía y Marruecos) para que sean murallas infranqueables, que impidan que los flujos migratorios lleguen a la tierra prometida de la U.E. Por eso, se debe levantar acta de una total contradicción entre sus “verba” y sus “facta”, entre su “buenismo verbal” y la realidad factual.

· Ante la reiteración del mensaje papal por parte de sus subordinados (“Dios no creó muros”,  Dios no pide papeles”, para residir y trabajar en un país, Obispo de Solsona dixit), algunos críticos les han recordado el consejo de Jesús de “dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mateo, 22,21). En efecto, Dios no creó muros ni pide papeles, pero el César, sí. Y hay que dar al Cesar lo que le corresponde.

· Y ante las actitudes buenistas de ciertas ONGs o ciertos partidos políticos de eliminar vallas y murallas, y de construir puentes, los partidos tildados de populistas les responden: “De acuerdo, construyamos puentes, pero puentes levadizos”. Éstos permitirán llevar a cabo una gestión planificada, reglada y legal de los flujos migratorios. En efecto, como dice Nicolás Guillén en el poema “La muralla”, popularizado por Ana Belén y Víctor Manuel, no se puede abrir la muralla a cualquiera: “”, “a la rosa y al clavel”, “a la paloma y al laurel”, “al corazón del amigo”, …; “no”, “al sable del coronel”, “al alacrán y al ciempiés”, “al veneno y al puñal”, … Además, los puentes levadizos serán un antídoto contra la xenofobia, el “precariado”, la explotación y la esclavitud de los recién llegados, etc.

· Por eso, al Papa Francisco y a los políticos buenistas habría que invitarlos a no echar balones fuera y a rumiar la canción de Ana Belén y estas sabias palabras de Jesús y actuar en consecuencia: “¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: Deja que te saque la paja de tu ojo, si hay una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Mateo 7, 3-5).

© Manuel I. Cabezas González
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28 de junio de 2019
         

sábado, 15 de junio de 2019

LOS CONTUBERNIOS POSELECTORALES


En el sistema político español, toda elección (municipal, autonómica o general) es seguida por lo que los profesionales de la política denominan, utilizando un lenguaje políticamente correcto, las consultas y las negociaciones para pactar y formar gobierno municipal o autonómico o nacional. A propósito de estas consultas-negociaciones, yo prefiero hablar, más bien, utilizando un lenguaje cervantino, de contubernios o de conversaciones en la sombra, en los modernos “patios de Monipodio” poselectorales.

Miguel de Cervantes sitúa en este escenario (el patio de Monipodio) el inicio de la intriga de una de sus Novelas Ejemplares, Rinconete y Cortadillo. En esta novela corta, Cervantes narra cómo Pedro de Rincón y Diego Cortado llegaron a la casa de Monipodio, sita en Sevilla; y cómo fueron recibidos, en el patio de su casa, por los miembros de la cofradía del crimen y del latrocinio, regentada por Monipodio, al que todos obedecen y respetan, a pesar de ser un “hombre bárbaro, rústico, desalmado e iletrado”. Aquí, en este patio, Monipodio les dio la bienvenida al sindicato del hampa. Los bautizó con los nombres de Rinconete y Cortadillo. Les asignó un territorio para cometer sus fechorías. Y los instruyó en el arte de las gentes de mal vivir, para que consiguieran rápidas ganancias ilícitas, sin dar un palo al agua.

Esta novela corta de Cervantes me ha permitido imaginar lo que debe pasar en los distintos municipios y en las sedes de los partidos políticos, después de unas elecciones municipales, autonómicas o generales. Las reuniones, las consultas y las negociaciones de los electos y de las cúpulas de los partidos deben ser también contubernios o conciliábulos. Y deben parecerse mucho a lo que sucedía en el “patio de Monipodio”: mercadeo, intercambio de cromos, reparto del botín electoral, atribución de “tetos” —así son denominados, en Almagarinos (pedanía del Bierzo Alto), los pezones de las vacas— para amorrarse a las ubres de los presupuestos públicos y para ocupar un buen lugar en el cubil de la vida política.

En efecto, concluidas las elecciones del pasado 28A y del 26M, comenzaron las consabidas reuniones y negociaciones. Éstas, en el momento en que redacto este texto, se están desarrollando y/o están a punto de concluir en la penumbra de los “patios de Monipodio” de los partidos. Y las formaciones que han conseguido representación en los comicios municipales, autonómicos o generales, se están poniendo de acuerdo para repartirse los puestos y el poder. En este mercadeo opaco, sin luz ni taquígrafos, podemos distinguir dos situaciones diferentes, pero muy relacionadas entre sí y, además, con muchos puntos en común.

Por un lado, está la situación en la que ningún partido ha conseguido la mayoría absoluta para poder gobernar. Es el caso más generalizado en las últimas elecciones generales, autonómicas y municipales. En esta coyuntura, los partidos escenifican exigencias no negociables o marcan líneas rojas que no se pueden traspasar. Ahora bien, todo esto es pura pose o comedia, forma parte del guión y constituye un canto a la galería. En el fondo, todos los partidos negociadores quieren tocar poder y el mayor poder posible. En realidad, con estas negociaciones no se trata de analizar qué problemas de los ciudadanos habría que abordar en primer lugar y cómo hacerlo, ni tampoco de cómo gestionar la “res publica”, ni de cómo actuar para que esta gestión sea transparente y democrática,… Se trata, más bien, de repartirse, sólo aparentemente a cara de perro, el pastel del poder.

Por otro lado, está la situación, muy excepcional, en la que algún partido ha conseguido la mayoría absoluta. En las pasadas elecciones, se trata de una situación muy marginal en el ámbito municipal de poblaciones pequeñas o medianas. En este caso, la negociación-distribución de puestos se produjo entre los militantes del partido, en el momento de la confección de las listas, que son siempre fruto de intrigas y de tejemanejes para situarse en los primeros puestos de las mismas. Lo de “las primarias” y lo de las “listas abiertas” son un brindis al sol y una pura filfa.

Ahora bien, tanto en un caso como en el otro, el lugar en las listas, así como los puestos y las responsabilidades a asumir, no recaen, en general, sobre los militantes más honestos, mejor preparados y más competentes, sino sobre aquellos que han sido sumisos, que han tragado carros y carretas, que no se han movido y que, como hubiera dicho Alfonso Guerra, han salido en la foto. De ahí que los candidatos por “decisión digital” del jefe de turno y ungidos con el poder de las urnas tengan que rodearse de un ejército de “asesores” y sean, en demasiadas ocasiones, como el cervantino Monipodio: “hombres bárbaros, rústicos, desalmados e iletrados”.

Con estas dos modalidades de reparto del poder (sin o con mayoría absoluta), ha sucedido y sucede, en la vida política española, lo que todos sabemos: ausencia de músculo ético en la casta política y michelines mórbidos para la salud democrática de la sociedad española (latrocinios, corrupción generalizada, malversación de caudales públicos, despilfarro de recursos de todos, chanchullos sin cuento, opacidad en la gestión de la “res publica”, habilitación de “puertas giratorias”,… Que sais-je encore?

En las actuales negociaciones poselectorales, que están a punto de terminar, los partidos, de antiguo cuño (PP y PSOE) o de nuevo cuño (Podemos, C’s y VOX principalmente), han seguido o están siguiendo la hoja de ruta que acabamos de describir. Para empezar, nos han hecho votar a tientas o, más bien, a ciegas: nos han idiotizado con sus mensajes vacíos de contenido y sus seudo-debates, verdaderos shows a la altura de “Sálvame”. Y, ahora, en este momento poselectoral de reparto del pastel del poder, no hacen gala de altruismo ni de transparencia. Se comportan, más bien, como los rufianes del lúgubre y cervantino patio de Monipodio, sin luz ni taquígrafos, preocupados sólo por el inmediato beneficio personal y partidista.

En efecto, tanto los partidos tradicionales (PP y PSOE) como los partidos emergentes (Podemos, C’s y VOX), de los que depende, en estos momentos, la gobernabilidad de España, de las CC.AA. y de muchísimos ayuntamientos, han estado arrastrando los pies para no desvelar sus auténticas intenciones. Todos se la están cogiendo con papel de fumar, pensando sólo en sus intereses partidistas o personales y no en la solución de los acuciantes problemas de la ciudadanía española.

Este espectáculo censurable denota que, a los de la casta política (la añeja y la neófita), les viene como anillo al dedo aquella cita crítica de W. Churchill, que reza así: “el político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”. Ante este triste y politicastro espectáculo, los ciudadanos debemos esperar lo peor ya que, como dice un aforismo popular, “la política hace extraños compañeros de cama”. Y, como correlato, los ciudadanos sólo podremos seguir desconfiando de la casta política, de la antigua y de la nueva. ¿Dónde han dejado los principios, los valores y sus tan cacareados “códigos éticos”? ¡Qué lejos estamos de aquel eslogan que puso en circulación C’s, en el momento de su nacimiento, pero que ya ha olvidado y abandonado, al olor de la sangre del poder, en el desván de los recuerdos: “Sólo nos importan las personas”!

©
Manuel I. Cabezas González
Publicado también en Diario 16, La Tribuna del País Vasco, Catalunya Press, El Diestro, El Confidencial Digital, Perioista Digital, InfoHispania, Press Digital, Voz Ibérica y El Obrero.
14 de junio de 2019