(Cabecera de la manifestación del 8
de octubre de 2017)
· A principios de septiembre, me preguntaba: ¿Para
qué les pagamos el sueldo a los políticos en España? Para intentar contestar
a esta pregunta, hacía dos constataciones. Por un lado, el Gobierno de Rajoy en
el poder y los demás Gobiernos pretéritos de España han hecho dejación
sistemática de sus funciones y no
sólo no han cumplido las leyes sino que no las han hecho cumplir. En
efecto, para satisfacer sus apetitos desenfrenados de poder (su plato de lentejas),
no han dudado en entregar a ciertas CC. AA. chantajistas lo que éstas les han
exigido. Y, por otro lado, para más inri,
cuando los extorsionistas amenazaron con la independencia unilateral de
Cataluña, Rajoy incitó, en agosto de 2017, a la sociedad civil a salir a la calle
para defender el estado de derecho, puesto en peligro por los insaciables “catilinas
secesionistas catalanes”, y así sacarle las castañas del fuego.
· Respondiendo a esta incitación de Rajoy, el sábado 7
de octubre, miles y miles de ciudadanos se manifestaron ante los ayuntamientos
de toda España, para exigir “diálogo”
entre el ineficaz vigía de la legalidad vigente, el Gobierno de Rajoy, y la
cabra catalana independentista, que se había tirado al monte. Además, el domingo
8 de octubre, se manifestaron también cientos de miles de ciudadanos (algunos
hablan de más de un millón), convocados por Sociedad
Civil Catalana (SCC), para defender el estado de derecho en Cataluña. Finalmente,
el 12 de octubre, SCC organizó también otra manifestación masiva (unos 65.000
ciudadanos, según la guardia urbana), con el mismo objetivo.
· Son muy loables
y meritorias estas dos convocatorias de SCC que, como su nombre indica, debería
ser una asociación civil, transversal y no partidista. Ahora bien, no es oro
todo lo que reluce, ni tampoco todo el monte es orégano. Por eso, quiero hacer
una serie de puntualizaciones sobre la organización y el desarrollo de estas
manifestaciones de la mayoría silenciosa
y silenciada de Cataluña.
· En estas concentraciones-manifestaciones masivas, SCC
se comportó como el alter ego o la franquicia o el lacayo o la correa
de transmisión del PP y de C’s. Siempre llevó la batuta y la voz cantante.
Para ello, marginó, ninguneó, eclipsó y obligó a llevar el burka, para hacerlas
invisibles, a más de una veintena de asociaciones: Movimiento Cívico de España y Catalanes, Convivencia Cívica Catalana, Somatemps,
Profesores por el Bilingüismo, etc., por citar sólo algunas. Todas estas
asociaciones, sin ningún apoyo del Estado, se han fajado, desde hace muchos
años, en defensa de la unidad de España, de la soberanía nacional y de los
derechos de los ciudadanos de Cataluña. Pero, en aras de la unidad y de los
objetivos perseguidos, tuvieron que hacer de tripas corazón y se plegaron, una
vez más, ante la prepotencia, la soberbia y el poderío económico de SCC. Y
aplicaron ese refrán que reza así: a mal tiempo, buena cara.
· Esta subordinación de SCC a los intereses del PP y
de C’s es manifiesta, si observamos las cabeceras de las marchas del 8 y del 12
de octubre (cf. foto ut supra). Los
protagonistas o actores principales no fueron las decenas de miles o el millón
de ciudadanos, llegados de toda Cataluña y de otras regiones de España. A la
cabecera de las manifestaciones y tras la pancarta principal, acudieron, como
al panel de rica miel de la fábula de Samaniego,
las moscas carroñeras de la casta política: Albert Rivera, Xavier
García Albiol y otros miembros y “miembras”
de las cúpulas de sus respectivos partidos (C’s y PP), desplazando a los
auténticos protagonistas: los anónimos ciudadanos, durante tanto tiempo
silenciados y, por lo tanto, silenciosos.
· En los últimos años, estos descarados oportunistas
de la casta política (PP y C’s) nunca participaron en las manifestaciones del
12 de octubre (día de la Hispanidad) ni del 6 de diciembre (día de la Constitución);
ni tampoco invitaron a sus militantes, simpatizantes o votantes a hacerlo. Este
año, sin embargo, ante la perspectiva coyuntural de inminentes elecciones y la
posibilidad de llegar a acariciar el poder, bien valía, como es habitual en
ellos, el postureo de asistir a las manifestaciones del 8 y del 12 de octubre,
para codearse con Mario Vargas Llosa
y Josep Borrell,
para quedar retratados, para gozar de unos minutos de gloria en televisiones y
otros medios y así obtener réditos electorales. ¿Acaso no buscaron esto las silentes,
mudas e impostadas figuras de Rivera y Albiol (charlatanes de mercadillo),
escoltando —en la cabecera de la manifestación y en los parlamentos finales— a Vargas
Llosa (príncipe de las letras) y a Borrell (pico de oro), que tomaron la
palabra al final de la manifestación del 8 de octubre? Por cierto, el PSC ni
estuvo ni se le esperaba.
· La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su
porquero y, en la lucha en defensa del orden constitucional vigente, no se deben
hacer distingos entre aquellos que lo violan impunemente, por acción o por
omisión, desde hace años. Todos deben ser denunciados para que apechuguen con
sus responsabilidades. Con las manifestaciones de los pasados 7 y 8, los
ciudadanos han protestado sólo contra las pretensiones ilegales y testiculares de
los independentistas catalanes. Sin embargo, se han olvidado de los otros
responsables (los sucesivos Gobiernos de España, presididos por González,
Aznar, ZP y Rajoy), cuya gestión
partidista e interesada de la “res
publica” nos ha conducido a la situación crítica que estamos viviendo.
· Por eso, ante los actos o, más bien, la ausencia de
actos de Rajoy, los ciudadanos deberíamos dirigir también nuestras críticas,
nuestros dardos o nuestras armas verbales no sólo contra los “catilinas
secesionistas catalanes” sino también contra el Gobierno de Rajoy. Hoy, él es
el responsable de la situación crítica actual, que se ha ido gestando a lo
largo de 40 años, que se ha agudizado en los dos últimos meses y que nos ha
conducido al borde del precipicio; y de él depende que se ponga fin, para
siempre, a la deslealtad y a la desobediencia de los poderes autonómicos
actuales y futuros de Cataluña y de otras CC. AA. periféricas. Ahora bien, para
esto, Rajoy debería tener redaños para abandonar
la hamaca y el dolce far niente
del que hace gala.
· Para alejarnos definitivamente del abismo, la casta
política no puede volver al tradicional “pasteleo”; ni tampoco son de recibo
los paños calientes o las medidas circunstanciales para salir del paso. Plagiando
a Antonio Machado, podemos afirmar
que los independentistas nos han dado jaque mate y todos sabemos cómo ha sido.
Por eso, se deberían atacar las causas prístinas y fundamentales de los desafueros
de los independentistas, privándoles de los instrumentos que les han permitido
desestabilizar a la sociedad catalana: la educación, los medios de comunicación
públicos, la seguridad,… y todas aquellas competencias transferidas, que les
han permitido fabricar talibanes independentistas.
· Según la cultura japonesa, si se quiere conseguir una mejora en
cualquier actividad, basta con hacer algunos retoques (es el “efecto Kaizen”: si quiero que un tren
vaya 20 Km./h.
más rápido, es suficiente con añadir algunos caballos de más al motor). Ahora
bien, si se trata de hacer una
auténtica transformación, hay que cambiarlo todo (es el “efecto Shinkansen”: si quiero que el tren pase de 150 a 300 Km./h., hay que pensar
de una forma totalmente diferente). Por eso, ante el desafío independentista, la
ciudadanía debería exigir a toda la casta política el abandono de las rutinas
del postureo político y la implementación de medidas radicales para provocar un
real “Renacimiento” político (“efecto Shinkansen”), fruto de una
auténtica y drástica regeneración democrática, de la que fue un adalid, en su
tiempo, Joaquín Costa, el León de
Graus.
© Manuel I.
Cabezas González
Publicado también en El Diestro, Liverdades, Cerdanyola Informa, L'Independent de Barberà, Periodista Digital, Cerdanyola Info, Las Voces del Pueblo, La Tribuna del País Vasco y A Fons Vallès.
18 de octubre de 2017
18 de octubre de 2017