J. Bargalló, Consejero de Educación de Cataluña
·
En octubre de 2018, publiqué un texto en el que daba cuenta de los
resultados muy deficientes obtenidos por los candidatos a profesores en los
niveles no universitarios de la mayor parte de las CC. AA. de España. En
efecto, en las oposiciones celebradas en junio-julio de 2018, el 85% de los
aspirantes demostraron que no
habían progresado adecuadamente. Por eso, sufrieron una escabechina
histórica y nunca vista.
· A finales
de junio y durante el mes de julio de 2019, las mismas oposiciones tendrán
lugar en Cataluña. Según la RESOLUCIÓN
EDU/1/2019, de 2 de enero, salen a concurso 5.005 plazas para educación
infantil y primaria, formación profesional y enseñanza secundaria (ESO y
Bachillerato). Con esta oferta de empleo público, se inicia la guerra contra la
interinidad de buena parte del profesorado catalán: 50%, en FP; 43%, en
enseñanza secundaria; 27%, en infantil y primaria. En el proceso de selección,
los futuros profesores deben recorrer tres etapas: primero, la “fase de
oposición”; luego, la “fase de concurso”; y, finalmente, “la fase de prácticas”.
·
En la “fase de oposición”, hay dos partes. En la primera, se evalúan
la aptitud pedagógica y las técnicas docentes del candidato, mediante dos
ejercicios eliminatorios. En el primero, los candidatos deben presentar y
defender, ante un tribunal, la programación didáctica de un curso escolar de
uno de los niveles de enseñanza o de una de las etapas educativas. En el segundo, deben hacer la presentación y
defensa de una unidad didáctica. Estos dos ejercicios se superan si la nota es
superior a 5 puntos sobre 10 en cada uno de ellos. La superación de estos dos
ejercicios da acceso a la segunda parte de la fase de oposición. En esta segunda
parte, se evalúan los conocimientos específicos de la especialidad, mediante
dos nuevos ejercicios. En el primero, se evalúa la formación científica y las
habilidades relacionadas con la especialidad (70%). En el segundo, los
candidatos deben desarrollar un tema (30%). Para superar los dos ejercicios de
esta segunda parte de la fase oposición, hay que alcanzar, como mínimo, 2,5
puntos sobre 10 en cada uno.
· La
superación de los 4 ejercicios de la “fase oposición” da acceso a la “fase
de concurso”. En ésta, los candidatos deben acreditar los méritos
profesionales (servicios prestados, formaciones complementarias, autoevaluación,
etc.). Superadas estas dos fases (60% de la nota, la “fase oposición”; 40%, la
“fase concurso”), los candidatos pasan a la “fase de prácticas”: prácticas
tuteladas, durante 6 meses, en destinos provisionales y mediante el ejercicio
docente con validez académica. Si las prácticas son satisfactorias, los
candidatos reciben la calificación final de “apto” o de “no apto” y se
convierten o no en funcionarios.
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Esto es lo preceptivo, según la resolución precitada. Ahora bien, lo
expuesto merece más de una glosa. Por
un lado, en las oposiciones de Cataluña se ha modificado el orden tradicional
de las pruebas de la primera fase, así como el valor atribuido a cada una de
ellas. En efecto, en Cataluña, en primer lugar, se harán las pruebas relativas
a la práctica docente (metodología y didáctica), que representan el 70% de la
nota; y, luego, las pruebas temáticas o de contenidos curriculares, que
representan el 30% de la nota global de la “fase oposición”.
· El orden de
las pruebas y el porcentaje atribuido a cada una de ellas privilegian y dan más
importancia a los aspectos didácticos y metodológicos que a los contenidos curriculares
en la formación de los profesores. Esta propuesta, como dice una paremia
popular, no sólo coloca el carro delante de los bueyes. Además, devalúa y
margina la formación académica en relación con la pedagógica. Por otro lado, esta
devaluación, esta marginación y este desprecio hacia los conocimientos
curriculares son corroborados por el hecho de que se pueda obtener una
evaluación positiva obteniendo sólo 2,5 puntos sobre 10 en cada uno de los dos
ejercicios sobre estos contenidos. Ahora bien, un 2,5 ha sido siempre un
suspenso y, para más inri, un suspenso bajo.
·
Según la lógica y el sentido común, el cambio en el orden de las
pruebas es absurdo, ilógico e irracional, y está en contradicción con el abecé
de la pedagogía. En efecto, parece lógico y racional que, primero, habrá que
saber “lo que se va a enseñar”
(contenidos) para, después, poder planificar, prever y preparar “cómo se va a enseñar” (metodología).
Hacer lo contrario es empezar la casa por el tejado. ¿Cómo se puede planificar
y organizar una enseñanza si, previamente, no se sabe lo que hay que enseñar?
Para ilustrar lo que acabo de aseverar, basta con analizar la organización de
la formación inicial de los futuros profesores en la universidad: a lo largo de
los cursos del “grado”
correspondiente, los estudiantes adquieren conocimientos o saberes (teóricos y
prácticos) sobre la especialidad elegida (¿Qué
enseñar?); y, después y sólo después, adquieren la formación pedagógica con
los denominados “másteres habilitantes”
(¿Cómo enseñar?).
·
Por lo que respecta al peso de cada una de las pruebas de la “fase
oposición” y al hecho de que se puedan superar los dos ejercicios sobre
contenidos curriculares con un 2,5 (i.e. con un suspenso en los dos), hay que
reconocer que tanto lo uno como lo otro es un auténtico despropósito. No se
puede enseñar lo que no se sabe. Además, los contenidos curriculares (los “savoirs”) y el saber enseñarlos (los “savoir-faire”) son indisociables en la
actividad docente y son tan importantes los unos como los otros. Por lo tanto,
un profesor con una formación completa y funcional es aquel que ha adquirido unos
sólidos conocimientos curriculares en su especialidad y, posteriormente, unos
conocimientos metodológicos o didácticos para enseñarlos. Sin un equilibrio
entre estas dos patas de su formación, el profesor va irremediablemente a
renquear.
·
Por lo que se refiere a la “fase
de prácticas”, ¿qué sentido tiene esta tercera fase, si el 90% de los
candidatos son profesores interinos, que ya imparten docencia desde hace muchos
años? Por este motivo, estas prácticas son también un sinsentido o un puro
trámite burocrático y formal, sin ninguna funcionalidad. Además, la práctica
docente ya ha sido tomada en consideración y evaluada en la “fase de concurso”. Por lo tanto, ¿Qué
sentido tiene esta fase? ¿O acaso, como interinos, los candidatos aseguraron
una actividad docente para la que no estaban ni están preparados?
· Y lo más
grave del asunto es que, en rueda de prensa, el Sr. Bargalló haya vendido estos
cambios genuinos y singulares como algo muy positivo y como sinónimos de calidad
y de equidad para los candidatos, si lo comparamos con lo que se hizo el año
pasado en las otras CC. AA. Según Bargalló, si las oposiciones dependieran sólo
de la Generalidad de Cataluña, se hubiera privilegiado aún más la formación
didáctica y metodológica en detrimento de la formación en contenidos
curriculares. “No queremos a la persona que sabe más
matemáticas, sino al profesor que mejor pueda enseñar matemáticas. No nos toca evaluar los contenidos, sino
cómo se transmitirán a los alumnos”, Bargalló dixit. ¡Sin comentarios! Ante las facilidades que se van
a dar a los candidatos y ante el “cordón lingüístico” para que los candidatos
de otras CC. AA. no puedan concursar y competir con los candidatos catalanes, se
les podría recordar a estos aquello de que “así
se las ponían a Fernando VII”.
·
Este posicionamiento de la autoridad educativa de Cataluña denota,
como en muchas otras decisiones en otros campos, el deseo de singularizarse por
singularizarse y de hacer lo contrario que las demás CC. AA., aunque lo que se
decida sea contraproducente, insensato y criticable. Por eso, el proceso de selección del
profesorado en Cataluña, como hubiera dicho Michel de Montaigne, no permitirá seleccionar ni “têtes bien faites”, ni “têtes bien pleines”, i.e. a los mejores
candidatos. Y esto va a degradar y devaluar, nuevamente y durante muchos años,
la calidad de la enseñanza pública catalana.
©
Manuel I. Cabezas González
Publicado también en Diario 16, Press Digital, InfoHispania, Catalunya Press, Liverdades, Bembibre Digital, Contrainformación, Crónica Popular, Las Voces del Pueblo, Red de Blogs Comprometidos, e-noticies, La Trinuna del País Vasco, El Confidencial Digital, mil21.es y El Diestro.
28 de febrero de 2019
La lógica debía ser cosa de Franco, lo progre consiste empezar la casa por el tejado (el carro delante de buey)
ResponderEliminarCuánta razón tiene el Profesor Cabezas. La degradación del Sistema educativo en Cataluña está llegando a unos límites difíciles de superar. Demostración resultados PISA . La selección del Profesorado y sus métodos tiene mucho que ver como demuestra en el Artículo. Quizá no interese formar ciudadanos que sepan "pensar", sino solamente que sepan "obedecer" y "callar".
ResponderEliminarUn desastre. Los docentes universitarios intentamos que el alumnado disponga de conocimientos. Pero el desaliento que muestran se debe a que ya saben lo poco que va a contar en sus expectativas laborales. La estupidez de saber versus enseñar la conozco porque ha sido respuesta tradicional a quien trataba de mantener e incrementar su saber. Por otro lado, es dificil que quien no sabe pueda transmitir saber. Aunque puede enseñar a no saber. La tirania de los falsos pedagogos es insoportable. Y la estamos pagando muy cara...
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