SI VOTAS, NO TE QUEJES DESPUÉS
A Andrea A., joven que necesita creer en algo
y preocupada por su futuro.
· Según una expresión políticamente correcta y al uso, el sábado 19 de noviembre, es el “día de reflexión”, previo a las elecciones del 20N. Ahora bien, para reflexionar, es necesario haber alimentado adecuadamente nuestro cerebro con datos, con informaciones, con argumentos. Si tenemos en cuenta la anorexia informativa a la que los distintos partidos han sometido a la ciudadanía española (y no sólo durante la campaña electoral), no parece que tengamos materia para rumiar. Y luego pasa lo que expresó magistralmente Ramón y Cajal cuando escribió aquello de que “el cerebro es como una máquina de acuñar moneda. Si echas en ella un metal impuro, obtendrás escoria. Si echas oro, obtendrás moneda de ley”. Por eso, me permito poner negro sobre blanco algunos apuntes que podrían alimentar nuestra reflexión para participar o no en eso que la casta política denomina, interesadamente, “la fiesta de la democracia”.
· Según J. Joubert, “como la dicha de un pueblo depende de ser bien gobernado, la elección de los gobernantes pide una reflexión profunda y reposada”. Por eso, en la elección del 20N, los ciudadanos deberíamos regirnos por el “principio de la racionalidad” y por el de “lo políticamente incorrecto”; y no por el de la “oportunidad” y el de lo “políticamente correcto”, que son el santo y seña de los “políticos profesionales”, preocupados sólo por llegar al poder, sin hacer ascos a ningún medio. W. Churchill tenía esto muy claro cuando escribió aquello de que “el político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”. Y también E. Kennedy cuando aseveraba que “en política pasa como en las matemáticas: todo lo que no es totalmente correcto está mal”.
· Estas citas de autoridad son muy exigentes tanto para los candidatos como para los electores. Los electores debemos juzgar o valorar a los candidatos no por lo que dicen que van a hacer (“verba”) sino por lo que han hecho y hacen (“facta”). Además, no debemos olvidar la verdad de Perogrullo (aquel que a la mano cerrada llamaba puño) según la cual los políticos, una vez elegidos, sufren una metamorfosis amnésica, que hace que olviden lo prometido durante la campaña y que sus “facta” estén a mil años luz de las promesas (“verba”) que hicieron a la ciudadanía. Y, por eso, los electores somos siempre, cuando las cosas vienen mal dadas, como es el caso en la actualidad, los que pagamos los platos rotos por la casta política, elegida por nosotros mismos. Estos rasgos descriptivos muestran que la casta política, en general, carece de músculo ético, de honestidad y de vergüenza; y está obsesionada y preocupada únicamente por la conquista del poder y por la permanencia en él, para disfrutar, sine die, de un pesebre y un cubil seguros.
· Por lo tanto, los electores sólo somos libres de votar por una u otra lista, si estamos debidamente informados; y si nuestra elección ha sido hecha sobre la base del “principio de la racionalidad” y de “lo políticamente incorrecto”, que creo que es lo correcto. De todas formas, incluso en este caso (voto meditado y ponderado), da lo mismo a quién se vote. En efecto, en general, la casta política elegida olvida rápidamente todas las promesas; hace de su capa un sayo; y convierte a sus propios electores en paganos de los desaguisados y errores provocados por el disfrute y el abuso del poder que hemos depositado en sus manos. Por eso, si votamos, no tenemos derecho a quejarnos, ya que nosotros mismos nos hemos puesto en manos de esos desvergonzados de la casta política.
· Los únicos que podremos protestar, llegado el momento, seremos los que no hemos participado en esa mal llamada “fiesta de la democracia”: los que nos hemos abstenido, los que hemos votado en blanco o hemos depositado un voto nulo en las urnas o los que hemos votado por candidaturas marginales o simbólicas. La casta política española tiene mala prensa, desde hace muchos años: es el segundo problema más importante para los españoles, según el CIS; sale del “todo a cien de los partidos”, según el verbo certero (por una vez) de Pilar Rahola; no es la solución de los problemas de España, sino parte de sus problemas, según José Saramago, que no es sospechoso de ser antidemócrata, cuando escribió que “sin política no se puede organizar una sociedad. El problema es que la sociedad está en manos de los políticos”. Por eso, yo me pregunto e invito a los lectores a que se pregunten, como lo hacía, muy atinadamente, hace algunos meses, J.J. Millás: “¿Quién iba a decirnos que el mejor modo de votar sería no hacerlo?”.
© Manuel I. Cabezas González
18 de noviembre de 2011
Publicado en leonoticias.com. y periodicoelbuscador.com.
Publicado en leonoticias.com. y periodicoelbuscador.com.
Me parece su artículo explendido en todo, absolutamente en todo e incluso en el tiempo. Soberbio incluso para mí, un perfecto ignorante. Muchas gracias (¿ahora qué hago, voto en blanco? si fuese para un asiento vacío ¡que bien me parecería!
ResponderEliminarManu,
ResponderEliminar· Sigue lo que te dicte el corazón o la razón o las visceras. Eres libre de escoger un camino u otro. A mí, la razón me ha conducido a ser del partido de los abstencionistas, de los del voto en blanco o nulo o de los que votarán a partidos marginales o testiminiales. Objetivo: decir claro y alto a la casta política que sobra, que no nos representa, que nos ha fallado. Así dejaremos, una vez más, con las posaderas al aire a ZP, que prometió lo contrario en un meeting postelectoral de 2007.
· Me ha venido a la memoria una frase del filósofo griego ANAXÁGORAS, que ilustra muy bien la actitud y la responsabilidad de los electores y de la casta política: "SI ME ENGAÑAS UNA VEZ, TUYA ES LA CULPA; SI ME ENGAÑAS DOS, ES MÍA". Toma nota y no tendrás que lamentarte.
· Por eso, te recuercuerdo de nuevo el título de mi texto: "SI VOTAS,NO TE QUEJES DESPUÉS".
Un cordial saludo,