viernes, 3 de junio de 2011

“DE LA HONESTIDAD RADICAL”

· El nombre de este blog, “Honestidad Radical”, no es gratuito. Ha sido elegido, más bien, cuidadosamente y con toda la intención del mundo. En efecto, tiene la pretensión de ser toda una declaración de principios, que determine tanto el contenido como la expresión lingüística y los objetivos del mismo.

· Este bautismo toma prestado el título de un libro de Brad Blanton*. En esta obra, este psicólogo americano pone de manifiesto y denuncia la tiranía de los discursos políticamente correctos así como los cálculos politicastros de los que están siempre dispuestos a ir con la mentira o las medias verdades por delante y a establecer filtros o poner condones entre nuestro cerebro y nuestra boca. Ante esto, sólo nos queda seguir el consejo de San Juan: “La verdad nos hará libres”  (Juan 8:32); y poner en práctica la doctrina de la “Honestidad Radical”. Así, podremos escapar de la jaula-prisión de las mentiras.

· Por eso, me gustaría que todos aquellos que escribamos aquí (todos los visitantes están invitados a hacerlo) seamos unos dignos seguidores de Mariano José de Larra y nos dediquemos “a decir aquello que los demás no quieren oír”. Espero que todos seamos como aquellos bufones medievales, que tenían bula para verbalizar las cuatro verdades del barquero, que nadie se atrevía a formular por miedo a contrariar al monarca de turno. En fin, deseo que todos seamos como aquel niño del cuento de H.Ch. Andersen que se atrevió a gritar: “¡¡¡El rey está desnudo!!!”.

· Sólo hay dos límites para que cualquiera pueda tener comercio lingüístico en este “dazibao” cibernético, abierto y libre.  Por un lado, las aportaciones (comentarios y/o textos) deben estar debidamente firmadas y respaldadas por una dirección de correo. Los anónimos no son bien vistos, ni se les espera, ni serán recibidos en este espacio de comunicación y debate. El lanzar la piedra lingüística y esconder el nombre está en contradicción con los principios de la “Honestidad Radical”. Así, escribiendo en primera persona, todos podremos decir nuestra verdad, que no coincidirá forzosamente con la verdad, todos pondremos cara y ojos al padre de la criatura y todos seremos responsables de nuestra palabras, ya que “la palabra dicha no sabe volver atrás” (Horacio).

· Y, por otro lado, debemos respetar las reglas más elementales de la cortesía lingüística. Ahora bien, esta “politesse” lingüística no debe castrarnos, ni empujarnos a dejar de ser contundentes en la expresión de nuestros puntos de vista. Creo, más bien, que unas de las señas de identidad de este blog deberían ser la siguiente: la selección cuidadosa de las palabras más adecuadas, el sacarles punta antes de su uso y el aderezarlas con una pizca de cicuta para hacerlas más eficaces y letales.

Manuel I. Cabezas González
1 de junio de 2011

(*) Brad Blanton (2008), Honestidad Radical. Cómo transformar tu vida diciendo la verdad, Planeta, Barcelona.

5 comentarios:

  1. Es un autentico privilegio introducir el primer comentario en el blog de mi amigo Manolo. No será el último.

    ResponderEliminar
  2. Joaquín es un placer y un lujo tener interlocutores como tú.

    ResponderEliminar
  3. ¿Para cuando la siguiente entrada, Manolo?

    ResponderEliminar
  4. Joaquín,

    · Más pronto que tarde, nuevas entregas de mis cogitaciones irán llegado a este espacio, abierto a todos aquellos que tengan algo que decir y deseen verbalizarlo. Iré entrelazando entradas nuevas con otras, ya publicadas en otros medios, pero que tienen aún vigencia o que son intemporales.

    · Desde el nacimiento del blog HR, han surgido algunos problemas técnicos en relación con la publicación de comentarios y esto, además de mis obligaciones profesionales y familiares, me ha distraído de la producción lingüística. Creo que ya se han subsanado con las explicaciones que di en un correo, en que describía el proceso seguido pot ti y por mí para colgar nuestros comentarios.

    ResponderEliminar
  5. Pilar Jauregui dijo...

    Mi vida la dedico en gran parte a escuchar. Otros ratos los dedico a actuar. Ambos tiempos se mecen como al compás de un balancín imparable. El actuar acostumbra a ser el resultado de aquello que, una vez oído, me conmueve o intranquiliza. A su vez, la experiencia crea nuevas dudas donde antes solo había certezas, por lo que no me queda más remedio que detenerme para deliberar y dejar espacio a la cavilación. Este vaivén suele regalarme una suerte de conciencia más amplia que precede al conocimiento y que me tiene seducida, enganchada, devota con pasión de poder experimentar el fenómeno una y otra vez. Tus escritos, Manuel, son parte imprescindible de este movimiento del saber por lo que no tengo mas que celebrar tu iniciativa y desear que, el contraste de opiniones que propugnas, sea siempre fuente de riqueza y no de enfrentamiento.

    ResponderEliminar