sábado, 9 de mayo de 2020

#RealSpain - LA PANDEMIA DE LA “SOLEDAD NO DESEADA”


· En el mundo actual que nos ha tocado vivir, la pandemia del conoravirus, la crisis sanitaria subsiguiente y el efecto colateral de la amenazadora crisis económica, social y laboral son ciertamente problemas muy graves y preocupantes. Pero, desde hace mucho tiempo, hay otro, tan grave como el Covid 19, del que se habla poco. Digamos, como hubiera dicho Sabina, que hablo de la “soledad ”. Cuando utilizo la expresión “soledad como problema”, me refiero a la “soledad no deseada ni buscada”, a aquella soledad de las personas que se sienten solas porque necesitan más interacciones sociales o un cierto tipo de interacción social, que no tienen. Y este déficit de contactos sociales es vivido por los afectados como un drama, como un martirio, como un auténtico y grave problema.

· La soledad no deseada. Esta soledad es también una pandemia que, desde hace ya muchos años, se propaga por el mundo desarrollado, como una mancha de aceite, producida y propagada por el viento del engañoso “progreso”, del consumismo desenfrenado, del bienestar social y de ese pernicioso virus de la “globalización”. Contra esta pandemia, que algunos tildan ya de “pandemia  del siglo XXI”, ningún país del mundo desarrollado está vacunado. En todos ellos el virus maligno de la soledad se ha cobrado y se cobra cada vez más víctimas, principalmente entre las personas mayores, pero no sólo. Los adultos, los jóvenes e, incluso, los niños son también víctimas de ella.

· Así, en el Reino Unido, en 2018, 9 de los 65 millones de británicos padecían de soledad; y unos 200.000 no habían hablado con nadie durante más de un año. Ante la magnitud y la gravedad de este problema, la primera ministra Theresa May creó el “Ministerio de la Soledad” para abordarlo, gestionarlo y darle solución. En Japón, en 2019, el 70% de los nipones entre los 18 y los 34 años no tenían pareja y esto va a más cada año. Por otro lado, en los restaurantes japoneses, se suele ofrecer un peluche “grandeur nature” a los clientes para que no coman o cenen solos. Y, para los fines de semana, las vacaciones o los días festivos, existe la fórmula de las “familias en renta”, para pasarlos en compañía. Además, en el País del Sol Naciente, muchos ancianos cometen delitos menores sólo para ir a la cárcel y no sentirse solos. En EE.UU., encontramos la misma realidad: 3 de cada 5 americanos dicen sentirse solos. Y, por dar un último ejemplo, lo mismo sucede en China donde, en 2018, más de 200 millones de chinos eran solteros y unos 77 millones vivían solos.  

· La soledad no deseada en España. España no es un caso aparte. Según un estudio de  AXA & ONCE, casi 5 millones de españoles viven también solos y su número crece sin parar. La mayor parte son personas mayores, que pasan meses sin que nadie las eche en falta y sin que nadie pregunte por ellas. Además, uno de cada 10 españoles dice sentirse también solo. Y esto es particularmente grave entre los mayores de 80 años: el 48% se sienten solos y abandonados. Por otro lado, según un estudio de la Caixa, el 20% de las personas entre 20 y 40 años están en peligro de aislamiento social por soledad. Ahora bien, la soledad es un problema estructural, que no afecta a todas las personas que viven solas ni sólo a las personas que viven solas. Como dijo alguien, de cuyo nombre no puedo acordarme, “la peor soledad es estar con alguien y, sin embargo, sentirse solo”.

· Consecuencias. La pandemia de la soledad constituye el caldo de cultivo que permite el desarrollo de una serie de patologías, tanto sociales como somáticas y psíquicas. Los seres humanos somos seres indefensos y dependientes, expuestos a toda clase de peligros. Por eso, somos sociables ya que, según Thomas Harris,nada nos hace más vulnerables que la soledad”. Distintos estudios han puesto el acento en el hecho de que la soledad es la principal causa de exclusión social. Además, favorece la hipertensión, los riesgos cardiovasculares, el debilitamiento del sistema inmunológico, la obesidad, el exceso de colesterol, etc. Y, por otro lado, propicia la ansiedad, las adicciones (alcohol, drogas, redes sociales, etc.), la mala calidad del sueño, el deterioro mental, que pueden conducir al suicidio (casi 4.000 suicidios, al año, en España). La soledad es, como la tensión alta, una “asesina silenciosa”.

· Causas. En España, las causas de la pandemia de la “soledad no deseada” son, como en otros países, muy variadas y cortocircuitan las relaciones humanas. En los estudios e informes sobre la cuestión, se suele citar, como una de las principales causas, el no haber cultivado la amistad o el no haberlo hecho con personas significativas a lo largo del devenir vital: infancia, adolescencia, juventud y vida adulta. Y, por eso, con el paso del tiempo y sobre todo en la llamada “tercera edad”, la soledad se convierte en un peso insoportable, que hace que la vida sea un sinvivir y un auténtico valle de lágrimas.

· Además, se suelen citar la pérdida de seres queridos, las rupturas sentimentales, los divorcios y la pérdida de esa actividad tan socializadora y equilibradora que es el empleo, que deja encalladas y varadas a millones de personas en la arena del desempleo. Se trae también a colación la metamorfosis sufrida por los hogares y las familias españolas. La nueva familia española (de menor tamaño, con una baja tasa de natalidad, desintegrada, con dificultades para conciliar trabajo y familia, con mayor movilidad de sus miembros, etc.) ya no es ese gran antídoto-oasis contra la soledad. Por otro lado, también se suele hacer referencia a los nuevos hábitos de vida de los españoles: consumo desenfrenado, materialismo, egocentrismo, hedonismo sin coste ni esfuerzo, derechos sin deberes, etc.

· Se imputa además el problema de la soledad al mal uso y abuso de las nuevas tecnologías (internet, móvil, redes sociales), que han propiciado que las nuevas generaciones prefieran las redes sociales (todo lo virtual) a las interacciones reales y directas. Como ha escrito muy acertadamente Ignatus Farray,  las “consolas” han reemplazado a los “libros”, los “móviles” nos han privado de la cercanía de la “voz” del “tête-à-tête”, las “miradas” han sido sustituidas por “likes”, las “cartas de amor” han dado paso a los “tinder” instantáneos, los “amigos virtuales” han ganado la partida a los de carne y hueso, las “horas de consolas y de redes sociales” no cesan de aumentar, al tiempo que disminuyen “las de los paseos y las cañas con confidencias”. A propósito del mal uso y/o abuso de las redes sociales, podemos preguntarnos: ¿las personas se conectan cada vez más a las redes porque se sienten solas o, por el contrario, por estar mucho tiempo conectadas a las redes se quedan y se sienten solas?

· El antídoto contra la soledad. El antídoto contra esta pandemia trágica de la “soledad no deseada” está al alcance de la mano y depende de cada uno de nosotros. El ser humano es un ser incompleto, vulnerable, dependiente y, por lo tanto, sociable por naturaleza y por necesidad. Por eso, como puede leerse en el Génesis “no es bueno que el hombre esté solo”. Sin embargo, nos hemos dejado engatusar y engañar por la falacia y la seudo-ilusión de la amistad y de los amigos de las redes sociales. Por eso, deberíamos, más bien, alejarnos de ellas y cultivar las auténticas relaciones humanas y, sobre todo, la verdadera amistad “face to face”. Como escribió Aristóteles, “la amistad es la cosa más necesaria en la vida, ya que nadie, aunque tuviese todos los bienes restantes, elegiría vivir sin amigos”. Ahora bien, los amigos y la verdadera amistad exigen tiempo, dedicación, esfuerzo, cuidados, inversión personal, proximidad física con el otro, compartir, etc. No es algo que se obtiene “gratis et amore”.  Y, además, cultivar la amistad con mayúsculas nos debe obligar a que abandonemos el insolidario y egoista “sálvese quien pueda” y volvamos al solidario y altruista “hoy, por mí; mañana, por ti” o al lema mosqueteril de “todos, para uno; uno, para todos”. No nos engañemos: “estar solo no es casualidad”, Jorge Buacay dixit. Por eso, para afrontar la soledad, no la llenemos con cualquier persona. ¡Invirtamos en amistad y cultivémosla! Así nos vacunaremos contra la “pandemia de la soledad no deseada”.

© Manuel I. Cabezas González
Publicado también en El Confidencial Digital, Periodista Digital, El Correo Gallego, Revista Rambla, La Tribuna del País Vasco, La Paseata, Diario 16, El Correo de España, Off The Record, Las Voves del Pueblo, EMG (Euro Mundo Global), Xornal de Galicia, Público.es, Spain News, InfoHispania, Nueva Tribuna, Catalunya Press, SyFeed, Bembibre Digital, Bierzo Diario, Liverdades, Alerta Digital, Fuerteventura Digital, Noticanarias, Contrainformación, El Obrero, Cerdanyola Info, Crónica Popular, A Fons Vallès, Insurgencia Magistral, Laciana Digital, Diario Información, Diario de Valderrueda y Kaosenlared.
9 de mayo de 2020

martes, 21 de abril de 2020

LA CUARENTENA DE BOCCACCIO Y LA DE SÁNCHEZ #RealSpain


 
 A Tale from Decameron (J. W. Waterhouse)

· Ante la pandemia del Covid-19 que asola a España, si los de la casta política gobernante fueran personas informadas, documentadas y políticamente incorrectas, no nos hubieran conducido a donde nos encontramos hoy, 21 de abril de 2020: por un lado, 204.178 contagiados (de los cuales más de 31.000 es personal sanitario) y 25.571 muertos, la cifra más alta por millón de habitantes de todos los países del mundo; y, por el otro, el nigérrimo futuro económico, social y laboral, que nos espera.

· En el combate contra el coronavirus estamos perdiendo por goleada. En efecto, hay que reconocer que los de la casta política gobernante no han sabido planificar o no han querido planificar y llevar a cabo la lucha contra la pandemia y han estado dando y siguen dando palos de ciego. Si fuesen personas leídas y armadas intelectual y culturalmente, habrían encontrado, en El Decamerón (s. XIV), el relato detallado de lo que estamos sufriendo desde primeros de marzo y lo que te rondaré, morena; y, además, las precauciones a tomar y el camino a seguir.

La cuarentena de Boccaccio

· En El Decamerón, Boccaccio narra cómo 10 jóvenes florentinos (7 damiselas y 3 mozalbetes) pasaron una cuarentena, para escapar de la “peste bubónica” o “peste negra”, que asoló Europa y que se cebó, en particular, en la ciudad de Florencia, entre marzo y julio de 1348. Fue esta mortífera plaga la que empujó a los 10 jóvenes a huir de la ciudad y a refugiarse en una villa, sita a unas dos millas de Florencia, durante  10 (“déka”) días (“heméra”). El relato de El Decamerón comienza con un breve introito sobre el origen, los modos de contagio, la evolución, los efectos de esta letal plaga y las armas para combatirla y ganarle la batalla.

· Esta mortífera peste, según la exposición liminar de Boccaccio, llegó de Oriente, donde se había manifestado unos años antes, por las “rutas de la seda”. Se contagiaba entre humanos al hablar y tratar con los enfermos o al tocar sus ropas o sus objetos personales. Se manifestaba, primero, en las ingles y en las axilas, donde aparecían unas hinchazones (“bubas”); y, luego, se extendían, por todo el cuerpo, unas manchas negras, premonitorias de una segura muerte futura. Ni la limpieza de la ciudad de Florencia, ni la prohibición de entrar en la ciudad a los enfermos, ni los consejos sobre salubridad e higiene, ni las rogativas, ni las procesiones, ni la medicina,… nada consiguió parar la peste. Además, ante tamaña mortandad (“más de 100.000” muertos, de marzo a julio de 1348; sólo sobrevivió 1 de cada 5 habitantes), no hubo ataúdes ni velatorios  para tanto muerto; ni curas para tanto sepelio; ni tierra sagrada para tanta inhumación; y, por eso, tuvieron que hacerse entierros colectivos en fosas comunes.

· Ante esta hecatombe, las personas sanas huyeron de la ciudad, abandonando a sus seres queridos (mujer, marido, padres, hijos, familiares, vecinos, amigos), dejando atrás la ciudad, sus casas y sus posesiones, e instalándose en el campo. Fue el “sálvese quien pueda”. Y éste fue también el caso de los 10 jóvenes, que abandonaron Florencia para esperar el fin de la peste. Para matar el tiempo durante el confinamiento, estos jóvenes se dedicaron a bailar, a tocar instrumentos de música, a cantar, a jugar, a pasear, etc. y se fueron turnando para contarse los 100 cuentos o relatos que Boccaccio recoge en El Decamerón.

La cuarentena de Pedro Sánchez

· Entre la cuarentena, por peste bubónica, del Decamerón de Boccaccio y la de Pedro Sánchez, por Covid-19, el paralelismo es claro y contundente: son dos situaciones muy parecidas o parejas. En efecto, el coronavirus procede también de China y se está extendiendo por  todo el mundo. Y el vector de propagación es ahora esa nueva ruta de la seda que es la globalización: desplazamientos masivos de bienes, de servicios y de gentes a lo largo y ancho del mundo, en un breve espacio de tiempo. Las formas de contagio coinciden también: cercanía y contacto con personas y objetos contaminados. Las medidas de protección y de defensa contra la pandemia son fundamentalmente las mismas: cuarentena, con cierre de ciudades, de puertos, aeropuertos y fronteras, para evitar la difusión del virus. Incluso coinciden las fechas de la pandemia: en los dos casos, todo empezó en el mes de marzo; ahora bien, la peste bubónica terminó en julio, pero no hay noticias ciertas de cuándo terminará la pesadilla del Covid-19 en España. Ante la muy deficiente y desgraciada gestión de la crisis, ¡Dios dirá!

· Además, la pandemia cogió sesteando y desprevenido al Gobierno de Pedro Sánchez. A pesar de los avisos de la OMS y de lo sucedido en China e Italia, aquél no preparó un plan de acción, ni previó los instrumentos básicos necesarios para luchar contra el coronavirus: ni EPIs (mascarillas, guantes, gafas, batas), ni instrumental médico (tests, respiradores), ni medicación, ni infraestructuras suficientes (camas en UCIs y en planta). Por otro lado, el goteo constante de contaminados y de muertos provocó y está provocando miedo, desasosiego y zozobra ante la crisis sanitaria aguada y la crisis económica, laboral y social que se avecina. Y esta sensación de inseguridad se ve incrementada por la falta de coordinación entre CC.AA. y el Gobierno de España y por la incompetencia de este último en la gestión de la crisis sanitaria; y, también, por el abandono de una parte de los contagiados (nuestros mayores), que se están yendo al más allá, en la más absoluta soledad.

· Para matar el tiempo y hacer más soportable el aislamiento, los confinados por Pedro Sánchez, en general, pasan las horas ante la TV, zapeando de tertulia en tertulia, donde los “todólogos” de servicio, sin criterio y sin tener nada que decir, parlotean y pontifican sobre la pandemia, haciendo el caldo gordo al Gobierno de Sánchez. Y, además, utilizan también profusamente las redes sociales para reenviar las majaderías de las “fake news”, que soliviantan a los confinados, y para jugar a la guerra, al mus, al ajedrez, etc. Y, todos los días, a las 20h., debidamente amaestrados por la “caja tonta”, tienen una cita en los balcones para hacer un homenaje a esos esforzados “liquidadores” sanitarios, enviados al matadero del coronavirus completamente desarmados.

Moraleja

· Esta descripción contrastiva demuestra que no hay nada nuevo en 2020 en relación con lo sucedido en 1348 en Florencia. Se ha repetido la misma historia. Ahora bien, como dice el acervo popular,los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla”. En efecto, no hemos aprendido nada o muy poco con lo que sucedió en Florencia en 1348 o, hace unos meses o semanas, en China y en nuestra vecina y hermana Italia. Y, aquí, en España, el Gobierno de Pedro Sánchez no sólo ha estado tropezando en las mismas piedras que florentinos, chinos e italianos, sino que además, cuando acomete algo, comete error tras error.

· Po eso, les digo a Sánchez y a su Gobierno: hay que leer, hay que informarse, hay que documentarse para poder actuar con conocimiento de causa y no a la buena de Dios. Y, hecho esto, hay que tomar decisiones pensado sólo en los ciudadanos y mirando sólo a la pandemia del Covid 19 y no a las encuestas y a las próximas elecciones. Sólo así se puede realmente “gobernar”, que consiste en gestionar el presente poliédrico y en prever y planificar el futuro. Ahora bien, esto sólo es posible si se han hecho muchas y variadas lecturas y mucha, mucha,… reflexión; y si sólo se piensa en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones. No hacer lo uno ni lo otro es estar en política por oportunismo, por interés personal, para poder comer, aunque sea a costa del sudor de los de enfrente (los miles de contagiados y las miles de víctimas mortales).

© Manuel I. Cabezas González
Publicado también en ABC.es, Catalunya Press, Diario 16, Press Digital, Las Voces del Pueblo, Kaos en la Red, El Obrero, Bembibre Digital, Liverdades, Cerdanyola Info, InfoHispania, El Correo de España, Alerta Digital, Revista Rambla, Correo Gallego, La Tribuna del País Vasco, La Paseata, La Voz de Cádiz y El Confidencial Digital.
21 de abril de 2020