En las democracias consolidadas, en las que es preceptivo —según Ch. de Montesquieu— la separación de poderes, los medios y los periodistas constituyen lo que se ha dado en llamar el “Cuarto Poder”. Éste está encargado de controlar y criticar la labor de los tres poderes tradicionales de toda democracia: el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Este Cuarto Poder, cuando existe y lo ejercen periodistas sometidos a la deontología profesional, es tan fuerte y funcional que puede provocar, por dar sólo un ejemplo, la dimisión de todo un Presidente de los EE.UU., R. Nixon, por el escándalo del “Watergate”.
Ahora bien, en España, desde hace demasiado tiempo, el Cuarto Poder está degradado, prostituido y ha olvidado el papel que debe representar y ejercer en una sociedad democrática: vigilar y denunciar el uso torticero o los abusos de los tres poderes. En efecto, hoy, entre los medios y los periodistas españoles, podemos distinguir dos tipos: los “ensobrados-apesebrados” y los “librepensadores”.
Los medios y los periodistas ensobrados-apesebrados
Los “ensobrados-apesebrados” son aquellos medios y periodistas que se prostituyen y se venden al mejor postor o corruptor para hablar bien o mal o no hablar de ciertas figuras de la casta política o del mundo empresarial. Y todo esto se produce a cambio de preñados sobres crematísticos y de pesebres bien provistos. Aunque cualquiera puede ser un “ensobrado-apesebrado” (políticos, policías, jueces, etc.), este calificativo peyorativo se consolidó para describir a ciertos medios y a ciertos periodistas, que reciben ingresos-mordidas bajo cuerda. Tanto unos como otros están comparados con fondos públicos (por los políticos de turno que detentan poder) o privados (por empresarios desaprensivos).
El pago de estos sobornos se efectúa “en negro”, i.e. con fondos reservados o dinero B, sin dejar rastro. O, “en blanco”, con partidas presupuestarias para remunerar al ejército de asesores y jefes de prensa de la casta política, con subvenciones millonarias a los medios vendidos y con la bicoca de la onerosa, para el erario público, publicidad institucional. Así, estos pseudomedios y pseudoperiodistas, olvidando la deontología profesional, se prestan a construir el relato que le interesa al Gobierno o al político o al partido o al empresario de turno. Éstos sí son auténticos falsos medios y periodistas.
Esta corrupción-prostitución en el gremio de los medios y de los periodistas “ensobrados-apesebrados” es la consecuencia —según algunos analistas— de la competitividad de la comunicación vía Internet, de los bajos salarios, de las condiciones laborales, de la cercanía al poder corruptor y, sobre todo, de la falta de ética y de la codicia de estos pseudoperiodistas y pseudomedios. Ahora bien, esto no justifica el venderse por un plato de lentejas, poniendo en peligro la calidad de la información pública, la libertad de los ciudadanos para elegir con criterio y uno de los cimientos de la democracia, el “Cuarto Poder”.
Entre estos medios y periodistas “ensobrados-apesebrados” están prácticamente todos los potentes grupos mediáticos: el Grupo Prisa (SER, El País), RTVE, el Grupo Mediaset (Telecinco, Cuatro, etc.), el Grupo Atresmedia (la Sexta, Antena3, Onda Cero, etc.) y, sin ánimo de ser exhaustivos, una serie de digitales como El Diario.es, El Plural, InfoLibre, Público, etc. así como los periodistas que en ellos ofician. Aquí están las guaridas de estos ensobrados-apesebrados, que son la vergüenza del vital y vivificante “Cuarto Poder”. La penitencia ante tamaño pecado es la pérdida de credibilidad y el creciente desprecio social, la desconfianza y la indiferencia hacia estos medios y estos periodistas ensobrados-apesebrados. Como le gusta decir a Alfonso Rojo, “nunca se han vendido tan pocos periódicos y nunca se han vendido tantos periodistas”.
Los medios y periodistas librepensadores
El grupo de los librepensadores está formado por los medios y periodistas que han abandonado o que han sido expulsados de las 6 cabeceras de referencia de la prensa española (El País, El Mundo, ABC, La Razón, La Vanguardia y el Periódico). Estos apóstoles del pensamiento libre se han agrupado en nuevos medios digitales, (The Objectif, El Debate, Voz Populi, Okdiario, Periodista Digital, El Confidencial Digital, La Tribuna del País Vasco, La Paseata, Libertad Digital, etc., por citar sólo algunos, desde donde difunden su “buena nueva”, sin trampa ni cartón. Además, hay que referirse a las plataformas, a los canales de TV y a los “podcasts” digitales, donde ofician periodistas, “youtubers” e “influencers”, que ejercen una constante y efectiva labor de control, crítica y denuncia —propia de un auténtico “Cuarto Poder”— del degradado y desprestigiado hacer de la casta política gobernante, así como de los periodistas(?) y medios de comunicación(?) ensobrados-apesebrados.
Estos librepensadores son tildados malintencionada y torticeramente de “fachosfera”, de “pseudo-periodistas”, de “conspiranoicos”, de “terraplanistas” y otras lindezas tanto por parte de Pedro Sánchez y del PSOE, como por sus apoyos contra natura para instalarse en La Moncloa y por la legión de periodistas y medios ensobrados-apesebrados.
Los librepensadores son aquellos medios y periodistas que no se dejan arrastrar por los cantos de sirena y que resisten a las tentaciones de vender la deontología y la virginidad profesionales por un plato de lentejas. Van con la verdad por delante y no tienen pelos en la lengua aunque, como dice Esperanza Aguirre, “el que expone se expone”. Por eso, proporcionan información certera y análisis argumentados, producto del contraste y del chequeo de fuentes y datos. Y se exponen porque controlan y critican al poder, ejerciendo las funciones del auténtico Cuarto Poder. Ahora bien, contra estos incontrolados e incontrolables librepensadores, el Gobierno de Pedro Sánchez prepara ya una normativa para transponer, en beneficio propio, el Reglamento Europeo sobre la Libertad de los Medios de Comunicación (la llamada “Ley Begoña”). Y así meterlos en cintura.
El show y la desinformación de los medios ensobrados-apesebrados
Ante esta realidad dicotómica del mercado informativo español, traigo a colación La Clave, aquel programa mítico de J.L. Balbín, ejemplo y modelo del buen hacer para informar y formar a los televidentes. Este programa está a años luz de los shows televisivos de las tertulias/debates de hogaño, colonizados por esos personajes que podemos tildar de “todólogos”, que sólo pretenden distraer o engañar o desinformar a las incautas audiencias. La “palabra” de estos personajes es pura “palabrería” y su “verbo”, pura “verborrea”.
La información es poder, pero la desinformación (fake news), también. Ahora bien, la verdad nos hace libres, mientras que la desinformación nos transforma en marionetas y en esclavos. Y a esto contribuyen poderosamente los medios y periodistas ensobrados-apesebrados, que repiten el argumentario del Gobierno de turno o del partido que lo sustenta, al tiempo que a los librepensadores se les niega el agua y la sal, y se les amenaza con cuantiosas sanciones crematísticas. Si esto es transparencia y buen hacer, ¡que venga Dios y lo vea!
© 2024 - Manuel I. Cabezas González
15 de enero de 2025
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