· Corrían los
primeros días de enero de 1833, cuando Mariano
José de Larra publicó, en el Pobrecito
Hablador, su famoso artículo “Vuelva
usted mañana”. En este texto periodístico emblemático, Larra pone el
dedo en la llaga de uno de los males de España: la pereza y la ineptitud de los
españoles de la primera mitad del siglo XIX (y, en particular, de los funcionarios
“cesantes”), que son tan vagos que “no cenarán por no llevarse la comida a la
boca”.
·
En este artículo periodístico, M.J. de Larra narra las gestiones que Monsieur Sans-délai (Sr. Sin-demora) intenta realizar, sin
éxito, en Madrid. Este ciudadano francés llegó de París, para solventar asuntos
familiares, así como para invertir cuantiosos caudales y visitar la capital del
reino de España. Tras seis meses largos de idas y venidas, de citas y de
gestiones, Monsieur Sans-délai sólo consiguió dos cosas: que los españoles (“hombres singulares”) le repitieran, como
una letanía, el consabido “Vuelva usted
mañana”; y, por otro lado, perder toda esperanza de llevar a cabo sus
proyectos. Por eso, aburrido, decepcionado, irritado y con una muy mala imagen
de los españoles, regresó a París. Y, de sus gestiones y de sus sustanciosas inversiones
madrileñas nada más se supo.
·
He traído a colación este texto decimonónico de Larra porque, a pesar
del tiempo transcurrido (casi dos siglos), aún no ha envejecido y está todavía de
plena actualidad en la España actual. En efecto, la burocracia, la desidia, la
incompetencia, la pereza,… campan por sus fueros y son moneda de curso legal
entre la “sesteante” casta política
española. Para justificar e ilustrar esta aseveración, voy a narrar lo que he
vivido en persona, en un pequeño ayuntamiento del Bierzo Alto: el Ayuntamiento
de Igüeña, que incluye 8 pedanías y 2
poblaciones deshabitadas. He aquí los hechos nudos, que pueden ser
contrastados.
·
A mediados de agosto de 2014, tuve un primer contacto con el Sr. Alcalde de Igüeña y con el Primer
Teniente Alcalde y Concejal del Área de Urbanismo. Objeto: tramitar el
permiso de obras para restaurar la casa que heredé de mis padres en
Almagarinos, una de las pedanías del Ayuntamiento de Igüeña; y, por otro lado,
para informarme sobre el destino de la casa contigua a la mía, que se encontraba
y se encuentra en ruinas, y que habría que conservar y restaurar a toda costa,
pensando en la imagen del pueblo, Almagarinos. En este primer contacto, todo
fue cordialidad y buena disposición para agilizar los trámites en relación con
la casa en ruinas, ante el peligro real que entrañaba y entraña tanto para los
viandantes como para las dos casas colindantes.
· En septiembre de 2014, remití un correo
al Sr. Alcalde de Igüeña y al Concejal del Área de Urbanismo, en el que resumía y
recordaba, para dejar constancia por escrito, el contenido del
encuentro que mantuvimos en agosto. Sin embargo, no recibí ningún acuse de
recibo, ni se tuvo a bien contestarme, algo ilógico y anormal en un mundo
civilizado. Posteriormente, en febrero de 2015 y vía telefónica, pude hablar
con el Sr. Alcalde para interesarme por el estado de las gestiones en relación
con la precitada casa en ruinas. Éste me hizo saber que las empezaría, una vez
que estuvieran “consolidadas” las
obras de restauración de mi casa.
· En junio de 2015, dirigí un nuevo
correo al Sr. Alcalde para
comunicarle que las obras de mi casa ya estaban “consolidadas”, pero que no podían ser rematadas en uno de los
laterales, a causa del estado ruinoso de la precitada casa colindante. Como en
el caso del primer correo, silencio sepulcral,
total indeferencia y ausencia de feed-back
de parte del Ayuntamiento.
· Ante el reiterado silencio de las autoridades municipales, el 6 de
agosto de 2015, un año después de la primera, solicité y obtuve una nueva
entrevista con el Sr. Alcalde, que fue un reconocimiento explícito de
inoperancia. Por un lado, reconoció que había recibido los dos correos
precitados, pero que no había respondido a los mismos. Por el otro, también
reconoció que, desde agosto de 2014, no se había hecho nada en relación con la
casa que amenaza ruina. Sin embargo, me informó que, en la Junta de Gobierno
del Ayuntamiento de principios de agosto-2015 (unos días antes de esta segunda entrevista),
se abordó la cuestión de la casa y se decidió iniciar los trámites legales para
declararla en ruinas y derruir el tejado a causa del peligro inminente, tanto
para los viandantes como las casas colindantes. Además, en mi presencia, el Sr.
Alcalde llamó al arquitecto del Ayuntamiento para informarse sobre si el Ayuntamiento
podía decidir derruir el tejado de la precitada casa. Como hubiera dicho E. Sáenz
de Buruaga “así
son las cosas y así se las he contado”.
· “Vuelva usted mañana” era la respuesta habitual de la casta política
“cesante” del siglo XIX, que ocupaba
los puestos de la Administración Pública. Ahora bien, 182 años después, las
cosas no han mejorado sino que parece que han ido a peor, si tenemos en cuenta
la gestión de la “res publica” en el
Ayuntamineto de Igüeña. Del “vuelva usted
mañana” hemos pasado, por sus “facta”
o mejor dicho por la ausencia de “facta”,
al “vuelva usted el año próximo”.
·
Las autoridades públicas siempre deben ocuparse de prestar una serie
de servicios a sus administrados; entre ellos, abordar y resolver los problemas
que les competen y que afectan a los ciudadanos. Para eso, precisamente, han
sido elegidas. Y no hay ninguna excusa para no hacerlo, incluso si hay varias
campañas electorales, como es el caso este año. Como dice el refrán, antes es la
obligación que la devoción. Ahora bien, un año después, la casa está aún sin
barrer: los responsables políticos del Ayuntamiento de Igüeña no han hecho nada;
y, por lo tanto, no se han podido rematar las obras de restauración de mi casa.
·
¿Habrá que esperar un año más para que me digan, de nuevo, con sus
actos (“facta”) o más bien con la
ausencia de actos, “vuelva usted el año
próximo”? ¿O habrá que esperar definitivamente “ad calendas graecas”? Hay dos cosas claras: la imagen de
Almagarinos, como una boca desdentada, va a quedar tocada si un nuevo solar
surge en mitad del pueblo, por la desidia de las autoridades municipales; y,
por otro lado, la restauración de mi casa no ha podido ni puede ser concluida
por el mismo motivo. ¿Lo será algún día o, como Monsieur Sans-délai, tendré que
tomar las de Villadiego —aburrido, decepcionado y con una muy acrecentada mala
opinión de la casta política municipal— y poner tierra por medio?
© Manuel I. Cabezas González
Almagarinos, 27 de agosto de 2015Publicado también en Periodista Digital, Bembibre Digital, Tribuna del País Vasco, Noticanarias, Las Voces del Pueblo, Bierzo Diario, Pressdigital, Diariocrítico.com, Cerdanyola Informa, A Fons Vallès, Periódico El Buscador, El Espía Digital, Red de Blogs Comprometidos, Bierzo7 y Catalunya Press.
Es una lastima que no hayamos avanzado nada... Además los pueblos están quedando deshabitados y no están poniendo facilidades tampoco para que se habiten... muy triste!
ResponderEliminarAmigo manolo, ve mirando donde está Villadiego.
ResponderEliminarEstimado Auspiciovillañ:
Eliminar• Te digo lo que le acabo de escribir a Antonio Torres, la utilización de Villadiego, al final de mi texto, es una simple forma de hablar. Yo no soy de los que abandonan fácilmente la defensa de sus derechos y, por lo tanto, estén dispuestos a emigrar Villadiego.
• Por cierto, Villadiego es una localidad y municipio español, situado al oeste de la provincia de Burgos, Castilla y León, en la comarca de Odra-Pisuerga. Es cabecera del ayuntamiento de su nombre.
Un cordial saludo,
Manuel I.
30 de agosto de 2015
Apreciado Manuel,
ResponderEliminarUna vez más me voy a dar el placer de contestar a tu escrito, el cual, cómo siempre, he leído con avidez.
Yo, personalmente, me reconozco anti-Iglesista, pero debo reconocer que el concepto de "casta" con el que define a cierta clase política, es acertado y, aún más, se podría catalogar de subgénero, es decir, homo-sapiens y homo-funcionarius. Una raza aparte.
Pero no afecta solo a los funcionarios de carrera, ni tampoco a todos ellos, es cómo si fuese inyectado cuando uno entra en cualquier tipo de empleo público-político. A partir de ese momento, el virus se distribuye por el torrente sanguíneo y causa estragos.
Así ha sido y, lamentablemente, así será.
Un ejemplo maravilloso lo tienes en Barcelona. En un año que nuestra bella ciudad, elogiada en todas partes menos en España, está a punto de batir todos los records de visitas y de ocupación, nuestros ilustres gobernantes, la "Excelentontísima" Alcaldesa y el también "Excelentontísmo" que corresponda en la Generalitat, han decidido poner todas las pegas posibles al turismo (Planificación de nuevos hoteles, aceptación de cruceristas, vigilancia callejera, etc...), la primera, y quitar las luces de los monumentos públicos, el/la segundo/a.
Es lo que tenemos, y además es lo que nos merecemos, tanto si les votamos, o les votan, como si permitimos por inacción que se salgan con la suya.
En favor de los funcionarios, quiero romper la lanza que ellos han de pasar unas oposiciones, por lo qué si no son válidos, la culpa es del que los haya aprobado, más que de ellos mismos, pero a los políticos no les pedimos ni eso, ni siquiera una comprobación del CI.
Ánimo, y cómo decía el anterior comentarista, consulta Google Maps y averigua donde está Villadiego.
Un cordial abrazo post vacacional.
Estimado Antonio:
Eliminar• El término “casta”, aplicado a los políticos, yo lo empecé a utilizar antes de que Pablo Iglesías colonizara ciertos medios de comunicación y fuera la salsa con la que se aderezaban todas las tertulias. Basta con que releas las reflexiones que empecé a colgar aquí, en HONESTUIDAD RADICAL, desde el verano de 2011, cuando el susodicho Pablo Iglesias era un “nasciturus” político. Te preciso esto, para dar al César lo que es del César y a Dios lo que es Dios.
• En mi reflexión de hoy, no me refiero a los “funcionarios” que, como lo precisas tú mismo, han pasado unas oposiciones que exigían una preparación determinada a los candidatos; y oposiciones convocadas en función de unas necesidades concretas (sanidad, educación, administración, defensa, orden público, etc.) en la gestión de la “res publica”. Me refiero, más bien, a los miembros y “miembras” de la casta política, que sin preparación y, por lo tanto, sin ninguna competencia demostrada, gestionan los destinos de nuestros pueblos y ciudades, de nuestras CC.AA. y de nuestro país. Estos indocumentados de la casta política son los que mandan, los que cortan el bacalao, provocando desaguisado tras desaguisado; y los funcionarios, mientras tanto, tienen que llevar a cabo las decisiones de estos desalmados.
• Mi referencia a Villadiego, al final de mi texto, es una simple forma de hablar. Yo no soy de los que abandonan fácilmente la defensa de sus derechos y, por lo tanto, estén dispuestos a emigrar Villadiego. Por cierto, Villadiego es una localidad y municipio español, situado al oeste de la provincia de Burgos, Castilla y León, en la comarca de Odra-Pisuerga. Es cabecera del ayuntamiento de su nombre.
Un cordial saludo,
Manuel I.
30 de agosto de 2015
Estimado Manuel, de estas y de otras me he visto sometido en varias ocasione, desde Mollet, Sant Fost de Camcentelles, Santa Coloma de ramanet, la Diputación de Barcelona, etc. etc. Pues bien, como ya me conoces sabes que no me ando con chiquitas. Así que tengo interpuesta una querella criminal contra la Alcaldesa de Sant Fost y contra su homónima de Santa Coloma de Gramanet, una de ERC y la otra Socialista pero para el caso como si fueran de Corea ambas. También tengo otra querella contra el Jefe de Multas de la Diputación de Barcelona, por los mismos hechos, y a punto estuve de hacerlo con el Alcalde de Mollet pero no lo hice porque antes de ponerle la querella, después de avisarle y amenazarle, si amenazarle, no pasa nada cuando la amenaza se cumple, no hubiera dado marcha atrás en sus presunciones recaudatorias. Una querella es un baldón y sobre todo porque le puede costar cuanto mas 7 años de inhabilitación. Y, según de que se trate incluso algún año de prisión.
ResponderEliminarTe digo además que existen métodos, por supuesto legales, porque yo si uso la legalidad, quien no lo hacen son los señalados antes, para que repaaren la casa lindera con la tuya, les guste o no les guste, avísales de que interpondrás una querella por omisión del deber de prevención de catastrofes ante el juzgado que corresponda al pueblo y que ya se entenderá el juez con ellos. No falla, en tres días tienes solucionado el problema, eso si, si no lo hacen les pones la querella y me ofrezco a . redactarla.
Un abrazo
Estimado y siempre recordado Habilitado:
EliminarTomo nota de tu oferta y de tu disponibilidad para utilizar y disfrutar de tu asesoramiento jurídico si, algún día, tengo necesidad de acercarme a la desprestigiada justicia española, a causa de las ingerencias de la "casta política" y de la anorexia económica a la que la han sometido y la están sometiendo.
Un abrazo,
Manuel I.
30 de agosto de 2015
Es conocida la anécdota de cuando Franco visitó Andalucía y - en concreto - Cabra. En el balcón del Ayuntamiento preguntó al pueblo qué querían, si una escuela nueva, un parque, un casal del pueblo... A lo que el pueblo con una sola voz contestó: "una día de fiesta".
ResponderEliminarNo añado más porque la anécdota se explica por sí sola. Eso es lo que le gusta a la gente; todos sus intereses están puestos en un día de fiesta; o sea, menos trabajar
Ceheginero11,
ResponderEliminar• La anécdota que relatas no es nada nuevo. Los políticos romanos —con el “PENEM ET CIRCENSES” (pan y circo), expresión del poeta romano Juvenal (Sátira X)— engañaban ya, en el siglo I a. de C., a los pobres votantes para hacerse con el poder y permanecer en él.
• Es lo que siempre ha hecho la casta política de todo tiempo y lugar; también en España, principalmente a lo largo del s. XIX y XX, con el “pan y toros”. ¿Y qué me dices del s. XXI, en España, donde casi sólo se habla de fútbol, de carreras de coches, de motos,… y demás deportes de sofá?
• Esto explica, en parte, que estemos donde estamos, que haya pasado lo ha pasado y que pase lo que pasa,… y no reaccionemos, y estemos anestesiados, y no suceda nada.
Un cordial saludo,
Manuel I.