martes, 15 de noviembre de 2011

¿LAPSUS CALAMI ICÓNICO?

FERNANDO VICENTE

· En el texto de Vargas Llosa, “Una rosa para Rosa”, publicado en El País, se pueden distinguir dos elementos, que deberían ser complementarios, pero que son contradictorios: por un lado, está el mensaje lingüístico, producido por Vargas Llosa; y, por el otro, el mensaje icónico, obra de Fernando Vicente, que encabeza este comentario. F. Vicente ha intentado “rompre l’os et sucer la substantifique moelle”, como diría Rabelais, y plasmar pictóricamente el pensamiento profundo de Vargas Llosa en relación con UPyD y Rosa Díez. El mensaje lingüístico de Vargas Llosa ya fue objeto de consideración, por parte del que suscribe (cf. “UPyD, genuina Granja Orwelliana”). Hoy nos centraremos en el mensaje icónico de Fernando Vicente (alter ego pictórico del Premio Nóbel), que es también merecedor de un análisis semiológico circunstanciado.

· En la ilustración de F. Vicente (cf. supra) podemos observar dos manos de dos cuerpos escondidos y anónimos: una es la mano izquierda de un hombre (cf. el extremo de la manga de la chaqueta, que deja ver el puño de la camisa); la otra es la mano derecha de una mujer (cf. su delicada morfología y la cuidada manicura). La mano del hombre agarra férrea y firmemente una rosa; no parece que  quiera entregarla voluntariamente a la mujer; más bien, trata de protegerla de la zarpa femenina. En efecto, la mano de la mujer no se apresta a recibir un regalo en forma de rosa;  por el contrario, intenta arrebatarla por las buenas o por las malas. La rosa, objeto de disputa (que no de dádiva), parece ya marchita y ajada, ya que ha empezado a perder sus aterciopelados pétalos; además, es una rosa desnaturalizada, asexuada y adulterada, ya que ha perdido sus señas de identidad: sus garras, sus espinas; se aprecian sólo unas tímidas y yermas yemas.

· Por el contexto en el que aparece el mensaje icónico de F. Vicente,  la mano masculina representa a Mario Vargas Llosa; la mano femenina pone en escena a Rosa Díez; y la rosa simboliza el panegírico ditirámbico del escribidor  hispano-peruano, “Una rosa para Rosa”, publicado en El País, el domingo 6 de noviembre. En este tipo de documentos, semiológicamente híbridos y “pluricodificados”, hay una relación muy estrecha entre el mensaje lingüístico y el icónico; ambos se implican mutuamente, ambos vehiculan la misma información por medio de sistemas semiológicos diferentes. Y por eso, son considerados documentos cooperadores y legibles.  Ahora bien, éste no es el caso del documento publicado en El País, que comentamos. Más bien, Vargas Llosa (con su “Una rosa para Rosa”)  y su alter ego, F. Vicente (con su dibujo), se contradicen.

· En su artículo, Vargas Llosa hace un panegírico, sin base real y objetiva, de UPyD y de su portavoz, Rosa Díez (cf. “UPyD, genuina Granja Orwelliana”); y pide explícitamente el voto para el partido de esta última. Ahora bien, con el mensaje icónico, F. Vicente, su alter ego pictórico, dice todo lo contrario. En efecto, Vargas Llosa, en el fondo, no quiere dar su apoyo a UPyD; más bien ha estado obligado a ello (ver su puño cerrado que sujeta férreamente la rosa despetalada, marchita y ajada). ¿Qué deudas tiene el Premio Nóbel con Rosa Díez? ¿Qué favores tiene que devolverle para que se comporte como un vulgar miembro del “sindicato de la ceja”? ¿Por qué ha dejado de ser águila y se ha transformado en una común, prosaica y pedestre ave de corral? Dejo estas preguntas en el aire para solaz de los lectores.

· Por su lado, la actitud de Rosa Díez no es la de una enamorada damisela que se derrite, se rinde y se entrega ante una caricia carmesí; su actitud es, más bien, agresiva, exigente, arrogante, perentoria, cleptómana, etc. Ella hace ademán de querer arrebatar, por la fuerza, el preciado regalo magenta. ¿Qué ascendente tiene Rosa Díez sobre Vargas Llosa para mostrarse tan impaciente? ¿Por qué Rosa Díez se muestra tan activa y expedita en este comercio floral? ¿De dónde le vienen esas prisas y esa falta de buenas maneras a Rosa Díez? Dejo también estas preguntas en el aire, como prana para alimentar las meninges de los lectores.

· Además, la rosa carmesí despetalada y disputada (“Una rosa para Rosa”), objeto de dación (por parte de Vargas Llosa) y de deseo (para Rosa Díez), es un fraude informativo, es un despojo, es un desecho, es una mentira (“UPyD, genuina Granja Orwelliana”), que un escribidor caballeroso no puede ofrecer a una dama y, menos aún, a sus lectores.

· Desde el campo de la semiología se afirma que, cuando comunicamos oralmente o por escrito, utilizamos simultáneamente diferentes sistemas de signos: una lengua natural y otros sistemas semiológicos (no verbales o para-lingüísticos o para-textuales). Con el lenguaje verbal podemos mentir y engañar a nuestros interlocutores, como ha hecho Vargas Llosa. Ahora bien, con el lenguaje no verbal, no podemos hacerlo, ya que no podemos controlarlo conscientemente. Por eso, la ilustración de F. Vicente desvela y desenmascara las intenciones últimas del locutor o escribidor hipano-peruano.

· ¿Estas contradicciones son la consecuencia de un “lapsus calami icónico”, i.e. fruto de un descuido en la interpretación del mensaje lingüístico de Vargas Llosa por parte de su alter ego F. Vicente? ¿O se trata, más bien, de la ilustración de esos extraños compañeros de cama, propiciados por la casta política para conseguir sus fines?

© Manuel I. Cabezas González
Graus (Huesca), 13 de noviembre de 2011
Publicado en periodicoelbuscador.com y Bierzo 7, nº 1.412,

4 comentarios:

  1. Es una lástima, una tristeza que una persona que demuestra "fineza" cultural sea tan mezquino y melifluo en criticar e insinuar con tanta miseria

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  2. Sr. Cabeza de Lista por la Imperial Tarraco,

    · No se lamente Ud. ("Es una lástima"), no esté triste ("es una tristeza") ante el contenido de mis textos sobre esa "GRANJA ORWELLIANA" en que ha convertido Rosa Díez a UPyD.

    · Mis textos son críticos, lo reconozco; pero, no hay nada de "mezquino", como Ud. afirma, en ellos. Además, no insinúo sino que afirmo, ya que soy fiel practicante de la doctrina de la "HONESTIDAD RADICAL". Ésta me obliga a seleccionar cuidadosamente las unidades lingüísticas que voy a utilizar, a sacarles punta y a aderezarlas con unas gotas de cicuta para hacerlas más eficaces y letales (cf. en este blog la segunda entrada: "DE LA HONESTIDAD RADICAL").

    · Mis textos, le puntualizo, son fruto de una reflexión sosegada y desapasionada, y de "mon vécu" como militante nº 1.150 de UPyD. Algo que no ha hecho Mario Vargas Llosa al escribir su "Una rosa para Rosa.

    · Fui de los primeros en arrimar el hombro para poner en marcha este partido; y fui de los primeros en criticar la deriva que tomaba el proyecto bajo la batuta autoritaria, arbitraria y dictatorial de esa "gran Napoleona" (en sentido orwelliano, por supuesto) que se hace llamar Rosa Díez.

    Un cordial saludo,

    MICG

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  3. Por encargo de Ramón Fanés, cuelgo su comentario:

    ¿CÓMO SE OFRECE UNA ROSA?

    Para quienes las ofrecen de común, siempre sorteando sus espinas.

    ¿Será la rosa de Rosa un tallo sin espinas?

    Entonces, no es una rosa, ni es alguien quien la ofrece, ni alguien quien la recibe.

    El puño cerrado sobre las espinas es propicio a las heridas, al grito, a la sangre manando a raudales por entre el puño de la camisa. ¿O es que, tal vez, el dibujante ha querido asirla sin delicadeza, porque no sabe presentar una rosa a una dama, porque no puede representar el hecho con delicadeza o porque no recuerda que, para ofrecerla, hay que ser sutil y echar mano de tan solo dos dedos de la mano? ¿Es inhábil en su dibujo?

    Sin ceñirme al contexto de los entresijos intelectuales o amatorios entre Don Mario y Doña Rosa, que en el fondo me interesan una higa tras otra, veo en los iconos, al igual que usted, ausencia de tacto, mala predisposición en la entrega, falsedades de todo tipo, falta de aroma y sobre todo, una desmesurada lección de hipocresía pictórica. Pero esto se explica con claridad, pues no es el amante el dibujante, sino su comparsa, y de sordina.

    Va a resultar ahora que las expresiones del amante se traducen en iconos y que esos iconos, pintados sin la fiebre del amor, adolecen como es natural de los elementos básicos del juego de la atracción. Así, la mano estrangula la rosa sin herirse y la recibidora exige en vez de tomar, lo cual anda muy lejos de reflejar una actitud serena y relajada de amor, que es lo que sugiere la entrega de una rosa. Coincido plenamente con su juicio y además añado que la falta de aromas en el dibujo es imperdonable.

    Para terminar, quiero recordar que al igual que la cara es el espejo del alma, los iconos lo son del temperamento de su creador. Lo que nos lleva a la conclusión final de que este señor-dibujante-pintor carece de la sensibilidad necesaria para ofrecer nada. Por lo menos, a Rosa…

    Ramón Fannés

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  4. Admirado D. Ramón,

    · Su comentario rezuma una exquisita educación de hidalgo caballero, que sabe ofrecer una rosa a una dama; es el perfume de un alma sensible y delicada.

    · Ahora bien, aprecio sobremanera su valoración del producto de los pinceles de Fernando Vicente. Sé que Ud. es un reputado pintor, que hace exposíciones periódicas, tanto en España como en la Ciudad del Amor y otras capitales europeas; y su punto de vista es muy valioso para mí.

    · Por caminos diferentes(el pictórico, Ud.; el semiológico-lingüístico, yo), hemos llegado a conclusiones convergentes y complementarias. me congratulo de ello.

    Un cordial saludo,

    Manuel I.

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