· Corrían los primeros días del presente año, cuando los medios de
comunicación se hicieron eco de un nuevo proyecto piloto de la Unión Europea
(U.E.). Con él se va a intentar internacionalizar la enseñanza universitaria
europea, mediante la creación de “campus
europeos inter-universitarios” o una “Red
de Universidades Europeas”. Con este plan piloto, que presentaremos y
analizaremos someramente ci-dessous, se pretende
llevar a cabo un proyecto más ambicioso que el tradicional Erasmus y que el Espacio Europeo de Enseñanza Superior (EEES).
· El programa Erasmus fue creado hace ya más de 30 años (en 1987). Y está dirigido
fundamentalmente a la enseñanza universitaria. Con él se ha pretendido estimular
la movilidad de los jóvenes universitarios en el marco de la UE. Por otro lado,
se ha intentado fortalecer la cooperación transnacional entre universidades
mediante el reconocimiento académico de los estudios y calificaciones. Y,
finalmente, se ha perseguido fortalecer la dimensión europea en la formación de
los universitarios. Ahora bien, el programa Erasmus sólo ha afectado a un pequeño
porcentaje de los universitarios europeos. Y, además, las ayudas-becas han sido
y son claramente insuficientes para sufragar los gastos vitales de los “erasmistas”. Por eso, los resultados no
han sido los que se esperaban.
·
Por ese motivo, para seguir avanzando por este camino, se puso en
marcha, con la Declaración de Bolonia
(1999), el Espacio Europeo de Educación
Superior (EEES). En este espacio y con este espacio, se ha pretendido y se
pretende provocar una convergencia de la
enseñanza superior europea, para propiciar e impulsar la movilidad de
estudiantes, de titulados y de profesores entre todos los países de la UE.
Además, este espacio debe permitir poner en marcha la “Europa del conocimiento”, base del crecimiento y del bienestar,
tanto presentes como futuros, de los europeos. Podríamos decir que se trata de
avanzar en la “globalización
universitaria europea”, con todo lo que tiene de positivo y de negativo
el concepto de globalización.
·
Con el nuevo plan piloto de los “campus europeos inter-universitarios” o
“Red de Universidades Europeas”, se
pretende dar un nuevo espaldarazo a la convergencia universitaria europea y,
sobre todo, a la consolidación de la frágil
construcción de la Unión Europea. En efecto, ante el Brexit y el auge de
los populismos antieuropeos, que han sembrado dudas sobre el futuro de la Unión,
la Europa del futuro no debe ser sólo financiera y económica sino, también y
sobre todo, social y cultural. Y esta Europa cultural debe estar liderada por
las universidades. De ahí el papel que deben jugar éstas.
· Este plan piloto tiene su epicentro en un discurso de E. Macron en la Sorbona, en septiembre
de 2017. En este discurso, Macron formuló dos ideas básicas: necesidad de
potenciar los intercambios y la movilidad de los estudiantes universitarios
para que, en 2024, el 50% haya pasado, al menos, seis meses en otro país
europeo; y, por otro lado, ante la casi segura materialización del Brexit,
impulsar el multilingüismo, que debe reemplazar el monolingüismo del inglés,
lengua franca “de facto” en la Unión Europea. Algunos meses después, en
noviembre de 2017, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, llevó el asunto a la cumbre europea de Gotemburgo
(Suecia), donde se dio el visto bueno al plan. A partir de esta fecha se ha ido
perfilando el plan piloto que será implantado a partir del próximo curso
2019-2020.
· Según este plan piloto, para el próximo curso, se han creado 17 campus
inter-universitarios europeos, de los que forman parte 11 universidades
españolas (3 de Madrid, 4 de Cataluña, 2 de Andalucía y 2 de Valencia). Con
este plan se va a intentar crear la Europa del futuro que, además de económica
y financiera, debe ser social y cultural.
Para ello, se van a perseguir varios objetivos. Por un lado, se va a
multiplicar por 10 y a diversificar la movilidad de los estudiantes
universitarios; esto posibilitará, por ejemplo, que un estudiante español pueda
iniciar sus estudios en Barcelona, continuarlos en París y terminarlos en Roma;
esto implicará reconocer académicamente los estudios realizados en otras
universidades y acabar con los problemas burocráticos de las convalidaciones.
Por otro lado, se va a potenciar lógicamente el multilingüismo propiciando el dominio de, al menos, dos lenguas europeas,
diferentes de la propia. Además, se va a intentar crear conciencia de formar
parte de la Unión Europea a través de la cultura y de la educación, para
impulsar las sinergias y la cooperación entre los países europeos. Ahora bien,
para alcanzar estos objetivos, habrá que implicar a todos los actores de la
comunidad universitaria (alumnos, profesores-investigadores y personal de
administración y servicios –PAS–).
· Ante la puesta
en tela de juicio de la Unión Europea y ante la decepción-frustración de
cada vez más ciudadanos europeos, este nuevo plan piloto parece una idea
excelente, desde la óptica de aquellos que han optado y aceptado la filosofía de la “globalización” o de aquellos que consideran que para salvar
el proyecto europeo es necesario crear una Europa social y cultural, pensada
por y para los ciudadanos. Ahora bien, este plan piloto de “campus europeos inter-universitarios” no
es nada original y, además, tiene sus talones de Aquiles, que lo puede
convertir en un sueño o una quimera.
· Por un lado, iniciar los estudios universitarios, por ejemplo, en
Barcelona, continuarlos en París y terminarlos en Roma no es ninguna novedad ni
nada original. En el pasado reciente y también actualmente, la
internacionalización de la formación universitaria ha sido una realidad para
unas pequeñas minorías: para los jóvenes cuyos padres tienen un estatus
económico, cultural y social elevado y, por lo tanto, pueden pagarla; y también
para muchos jóvenes españoles que, sin ayuda de nadie, continuamos nuestros
estudios fuera de nuestras fronteras (París, Londres, Berlín, etc.), aplicando
esa particular regla actualizada de San
Benito de Nursia del “estudia y trabaja”
(“ora et labora”, para los
benedictinos).
· Además, el proyecto piloto de la U.E., referido a España, tiene varios
puntos débiles, que pueden hacerlo naufragar y conducirlo al fracaso. Se podría
decir que se ha puesto el carro delante de los bueyes o que se ha empezado la
casa por el tejado. En efecto, en general, los jóvenes universitarios españoles
han
suspendido y suspenden en competencias lingüísticas en lenguas extranjeras.
Y éstas son el instrumento y la condición sine
qua non para que el plan sea eficaz y para sacar provecho de unas
enseñanzas en una universidad extranjera. Además, los jóvenes universitarios
españoles, en general, no
han progresado adecuadamente en la adquisición de competencias enciclopédicas
(Umberto Eco) en las distintas ramas
del saber. Y, por eso, no pueden ser considerados la
generación mejor y más formada de la historia de España. Por otro lado, los
universitarios españoles, en general, llegan a la enseñanza superior sin haber
adquirido las competencias instrumentales básicas para hacer estudios superiores, ya que presentan grandes
déficits en lectura, en escritura, en la toma de notas, en espíritu crítico,
etc. Y, finalmente, hay que poner en entredicho tanto sus competencias
aptitudinales como actitudinales.
· Por todos estos motivos, es razonable y lógico preguntarse si esta internacionalización de la enseñanza
universitaria europea continuará siendo, a corto plazo, un privilegio para
unos pocos —los jóvenes cuyos padres tienen un estatus económico, social y
cultural elevado— o una posibilidad irreal e hipotética para la inmensa mayoría
de los estudiantes universitarios. Ante los déficits apuntados, todo parece
indicar que el proyecto piloto de una enseñanza universitaria europea
compartida está abocado al fracaso. Habrá que esperar más de una década para
que un pacto nacional español por la educación se firme y empiece a dar sus
frutos. Mientras tanto, como ha escrito irónicamente alguien, la mayoría de los
universitarios españoles podrán empezar la carrera en Estrella Galicia (España), la seguirán en Kronenbourg (Francia) y la acabarán en Moretti (Italia). El tiempo, sin que nadie se lo pregunte, dará o
quitará razones. Y si no, al tiempo.
©
Manuel I. Cabezas González
Publicado también en Diario 16, Courrier International (Bélgica), Catalunya Press, El Confidencial Digital, El Obrero, Liverdades.com, InfoHispania, Las Voces del Pueblo, La Mar de Onuba, Fuerteventura Digital, Crónica Popular, , Noticanarias, Red de Blogs Comprometidos, Revista Rambla y Bembibre Digital.
31 de agosto de 2019