· En los procesos electorales españoles y de otras latitudes, se pueden
distinguir tres etapas. La primera es la campaña electoral, durante la cual los
“concursantes” hablan mucho (”verba”), al tiempo que tratan de
esconder-disimular sus actos pretéritos (“facta”);
este comportamiento está en las antípodas de aquel salutífero adagio clásico,
verdadera píldora de sabiduría, que reza así: “Facta,
non verba” (“hechos, no palabras”).
Luego, concluidas las elecciones, los electos llevan a cabo conversaciones en
la sombra, en los modernos “patios
de Monipodio poselectorales”, para repartirse el pastel o botín del
poder. Y, en tercer lugar, toman posesión de las poltronas, asunción precedida siempre
de la ceremonia de la jura/promesa del cargo. Después de haber analizado las
dos primeras etapas de todo proceso electoral, hoy quiero detenerme en la
comedia hipócrita de esta ceremonia y en la mentira/engaño que se esconde tras ella.
· El sábado 13 de junio, empezaron a materializarse los acuerdos
rubricados en los patios de Monipodio poselectorales. Ese día, los candidatos
electos municipales (alcaldes y concejales) tomaron posesión de sus cargos, en
más de ocho mil ayuntamientos, jurando o prometiendo sus cargos. Y en la
segunda quincena de junio, hicieron lo propio los electos de otras
instituciones del Estado, como Diputaciones, Cabildos, Parlamentos
y Gobiernos territoriales de la mayoría de las CC.AA., donde también se
celebraron elecciones el pasado 24 de mayo.
· Para llegar realmente al poder, según prevé el Art. 108.8 de la LO 5/1985, de 19 de junio, del Régimen
Electoral General, tanto unos como otros tuvieron que jurar o prometer, en
sesiones solemnes, acatamiento a la Constitución, así como cumplir los demás
requisitos previstos en las leyes. Para hacerlo, los electos tuvieron que
verbalizar la fórmula canónica —prevista en el RD 707/1979, de 5 de abril— que reza así: “Juro o prometo […] guardar y hacer guardar la Constitución como norma
fundamental del Estado […] ”, es decir las leyes.
· Este trámite verbal constituye el espaldarazo y el punto de partida
para que los políticos elegidos empiecen a ejercer el poder conquistado y a
disfrutar de él. Ahora bien, el propio acto de la jura/promesa de los cargos
constituyó ya, en muchos casos, el principio del incumplimiento de las leyes.
Además, con la jura/promesa, los electos empezaron a hacer de su capa un sayo y
a descalificarse a ellos mismos tanto con sus palabras (“verba”) como con sus actos (“facta”).
· En efecto, en el momento de la jura/promesa, hubo electos que añadieron
a la fórmula canónica, explicitada ut
supra, coletillas o añadidos, de cosecha propia. Para muestra, sólo dos
botones. Los electos, que no aceptan la Transición política española, añadieron
a la fórmula ortodoxa, la coletilla “Por
imperativo/exigencia legal”, aportación de los electos de Herri Batasuna en
los años 90. Por su lado, la catalana Associació
de Municipis per la Independència (AMI)
pretendió que los electos municipales catalanes, afines a la causa
independentista, prometieran sus cargos añadiendo que se ponían "a disposición del nuevo Parlamento
[autonómico], del presidente y del Gobierno de la Generalidad de Cataluña que
surjan de las elecciones del 27 de septiembre de 2015, para ejercer la
autodeterminación de nuestro pueblo y proclamar, junto con todas nuestras
instituciones, el Estado catalán, libre y soberano".
· En el momento de la asunción a un nuevo mandato, estas coletillas y
muchas otras vacían, limitan, condicionan o desnaturalizan, según la Junta
Electoral Central (JEC) y más de un constitucionalista, el sentido propio de la
fórmula ritual. Y, al mismo tiempo, denotan desprecio, pitorreo, burla y
sarcasmo hacia uno de los actos o formas o situaciones fundacionales de la vida
democrática. Por eso, el acto solemne de la jura/promesa del cargo —como dijo
en su día el alcalde de Jerez, Pedro
Pacheco, a propósito de la justicia— fue, en muchos casos, un auténtico
cachondeo. Y, como de costumbre, no se aplicó la ley y no pasó nada.
· Luego, una vez tomada posesión
del cargo y cuando los electos empiezan a gestionar la “res publica”, no es necesario esforzarse demasiado para recopilar infracciones a las leyes y desacatos a las sentencias judiciales,
cometidos precisamente por buena parte de los electos, que juraron o prometieron
precisamente guardar y hacer guardar las leyes. Desde hace ya demasiado tiempo,
los medios de comunicación nos desvelan cotidianamente nuevos casos de una corrupción
desbocada, que implican que los electos corruptos, trincones y defraudadores,
de aquí y de acullá, se han pasado y se
pasan por el forro de sus caprichos la legalidad vigente, que ellos se han
comprometido a guardar y hacer guardar. Además, no tienen empacho en elaborar
leyes (en Cataluña, por ejemplo, el nuevo Estatuto, las leyes de normalización
lingüística, la Ley de Educación Catalana (LEC), etc.), que no resisten la
prueba del algodón constitucional. Por otro lado, no se sonrojan cuando se
tiran al monte, afirmando que sólo acatarán aquellas leyes que les gusten y que
consideren justas, Ada Colau dixit; o cuando practican el desacato
permanente a las decisiones judiciales (en Cataluña, por ejemplo, desacato a
las sentencias contra la política de “inmersión lingüística”), parapetándose
tras el burladero del fraude de ley. Y, de nuevo, como de costumbre, no se
aplica la ley y no pasa nada.
· Ante estos comportamientos de la casta política y del poder judicial,
queda en entredicho el estado de derecho y el principio de que todos somos
iguales ante la ley. En España, más bien, habría que decir que estamos en el
mundo descrito por George Orwell, en
Rebelión en la Granja, donde regía el
mandamiento discriminatorio, según el cual “todos
los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”.
· Por otro lado, los poderes públicos, aquellos que juraron “guardar y
hacer guardar las leyes”, no han hecho nada para implantar el imperio de la ley
y así preservar la seguridad jurídica. Más bien, han violado la ley cuando les
convenía, haciendo dejación de sus funciones. Y no sólo eso. Además, para llegar
al poder, los partidos turnantes (PP y PSOE) no han dudado en pactar con los
nacionalistas. Y tampoco han vacilado a la hora de estirar y estirar el chicle
del Título VIII de la Constitución, con el fin de apaciguar a los partidos
independentistas. Esta política de apaciguamiento con las CC.AA. díscolas con
la legalidad vigente me ha hecho recordar el comportamiento contemporizador y
cobarde de los países de Occidente ante los atropellos sistemáticos y constantes
de la Alemania nazi. Creyeron que era mejor no reaccionar y no hacer nada, para no provocar a la bestia nazi. Y luego
pasó lo que pasó: IIª Guerra y todas las desgracias provocadas por ella.
· Por todo ello y en aras de la transparencia y de la “honestidad
radical”, habría que cambiar la fórmula de la jura de los cargos
públicos para adecuarla a la idiosincrasia de la casta política española. Así, nos acercaríamos
al objetivo que Juan Ramón Jiménez
expresó con estas palabras: “Que mi
palabra sea la cosa, el nombre exacto de las cosas”. Por eso y para que los
ciudadanos sepamos a qué atenernos, los electos españoles deberían verbalizar,
en el momento de la toma de posesión de sus cargos, la fórmula siguiente: “Juro/prometo no guardar ni hacer
guardar la legalidad vigente”.
© Manuel I. Cabezas González
m.ignacio.cabezas@gmail.com
Publicado también en Cerdanyola Informa, Periódico el Buscador, Tribuna del País Vasco, Bembibre Digital, web Para la Libertad, Noticanarias, Las Voces del Pueblo y web del Movimiento Cívico d'Espanya i Catalans.
29 de junio de 2015
Publicado también en Cerdanyola Informa, Periódico el Buscador, Tribuna del País Vasco, Bembibre Digital, web Para la Libertad, Noticanarias, Las Voces del Pueblo y web del Movimiento Cívico d'Espanya i Catalans.
Temo, Manuel I., que el problema no sea la fórmula juro / prometo ni las palabras que los mandatarios recién elegidos digan a continuación, pues ambas no son más que eso, palabras, y nuestros mandatarios nos han demostrado hasta el empacho que no se sienten limitados en sus acciones, ni dirigidos, por la “verba”, sino por sus propios intereses.
ResponderEliminarEl burdo truco en que los españoles llevamos treinta y siete años picando como pipiolos no es consecuencia de palabras, sino de la propia naturaleza del apoderamiento con que investimos a nuestros mandatarios.
Si consiguiéramos ver nuestra sociedad con la necesaria perspectiva, comprobaríamos con rubor que, paradójicamente, somos esclavos de nuestros mandatarios, servidores de su despropósito y colaboradores de sus desmanes, y que carecemos de las herramientas necesarias para remediar la situación como no sea cambiando el tablero o las normas del juego. Si te sientas a jugar a las damas con un contrincante, pero dejas que él tome las figuras y las normas del ajedrez, mientras tú aceptas las limitaciones propias de las damas, no te quejes de que él siempre gana, pues eres tú el que tiene que reivindicar lo necesario para que la lucha sea igualitaria.
No es cuestión de prometer o jurar, ni de decir esto o aquello, sino de no permitir que nuestros partidos políticos controlen todos los poderes del Estado y operen a partir de ahí según sus más estrictos intereses personales y de partido.
¡!!Proceso constituyente, YA!!!
Amigo Manuel:
ResponderEliminarTe quedas muy corto pensando que sólo los independentistas y algunos más no tienen ni intención de "respetar y hacer respetar" la Constitución.
Lo que parece evidente es que NINGÚN POLÍTICO ha tenido la intención de respetar nuestros derechos desde que se estaba redactando la Constitución, o sea, mucho antes de perjurarla.
Y, lo que es más difícil de entender: tampoco NADIE parece interesado en denunciar que este perjurio es general: todo lo más, denunciamos tímidamente que lo cometen aquellos que tienen ideas que no nos gustan.
.
Pero, ¿POR QUÉ no denunciar que este perjurio lo cometen y lo han cometido TODOS desde el principio?
Observemos un caso del pasado reciente:
El Art. 14 prohíbe toda discriminación por razón de sexo: ¿conoces, Manuel, algún político que haya votado contra la Ley de la Violencia de Género?
¿Está justificado el perjurio en este caso?
¿No sospechas que esta "justificación" está basada en la INFORMACIÓN TENDENCIOSA que sólo señala las desventajas de las mujeres?
¿Los varones mueren 3 veces más por asesinato y suicidio, fracasan más en la escuela, tienen 7 años menos de esperanza de vida, van 13 veces más a la cárcel... ¿cómo es que no se pide la igualdad en estos casos?
Y aún más: ¿cómo es que no hay una EXPLICACIÓN OFICIAL de por qué no se pide la igualdad?
.
Vamos, vamos, Manuel: ¿cómo es que TODOS estamos de acuerdo con esta falta de transparencia?
Y antes de la Ley de la Violencia de Género, hubo una Ley del Servicio Obligatorio -sólo-para-varones: ¿cómo es que tampoco se dio razón oficial alguna conocida para no pedir la igualdad?
Crees, Manuel, que los profesores tienen libertad de cátedra en estos asuntos?
Vamos, vamos, Manuel: el 100% de los políticos están de acuerdo en VIOLAR NUESTROS DERECHOS.
Y nosotros estamos de acuerdo en callar.
¿CONSECUENCIAS?
Las puedes intuir en el web
http://edipais.wordpress.com
Todos los funcionarios del Estado un poco mayorcitos juramos lealtad a Francisco Franco a las leyes eternas del Movimiento Nacional y a la biblia en verso que nos pusieran por delante. Cuando la ética desaparece convertida en liturgia ¡todo vale! Pero a los falsarios - a los que no tienen ética - les basta con la liturgia que no es otra cosa que una mascarada. si se hicieran estos juramentos el martes de Carnaval al menos estarían en su propio tiempo.
ResponderEliminarPor tanto, olvidémonos de la realidad que no existe y vivamos la irrealidad. Creoque fue Feynmna un premio nobel de Física que era de raza judía que comentó, no recuerdo si de él o de un amigo, que visito a un rabino porque estaba preocupado porque estab "perdiendo la fe". El rabino le contestó; no te preocupes, hijo mio; lo importante es que sigas respetando la liturgia.
¿Cuantos miles de años llevamos respetando una liturgia sin sentido?
Todo lo que hay en torno a este asunto de juramentos y promesas con o sin adiciones tan imaginativas como ridículas no pasa de ser peccata minuta.
¡Todo es una farsa! ¡vivámosla, pues, con alegría como corresponde a una farsa y dejémonos de preocupaciones éticas, -y aun estéticas - que no tienen cabida en esa farsa!
Gracias por compartir. Sólo añado que decir juro o prometo "por imperativo legal" = juro o prometo "coaccionado".
ResponderEliminarLos compromisos, orales o escritos, adquiridos BAJO COACCIÓN carecen TOTALMENTE de fuerza legal. Admitir esta fórmula da idea de la altura moral e intelectual de la clase política que la acepta o da por buena, además de la calaña de los delincuentes que la utilizan.
Gracias a vosotros, "hombres grandes", Manuel y a los comentaristas por compartir esas reflexiones.
ResponderEliminarEl tema de la liturgia me ha recordado esos versos antiguos de Lao Tse, en el TAO TE KING.
Al perder la virtud, la buena fé, la justicia... solo queda el rito.
XXXVIII
La virtud superior no se precia de virtuosa,
esa es su virtud.
La virtud inferior aprecia su propia virtud,
por eso no tiene virtud.
La virtud superior no actúa
ni tiene objetivos que alcanzar.
La virtud inferior actúa
y tiene objetivos que alcanzar.
La bondad superior actúa
y no tiene objetivos.
La justicia superior actúa
y tiene objetivos.
El rito superior actúa
y, si no halla respuesta, la fuerza.
Así, perdido el Tao, queda la virtud.
Perdida la virtud, queda la bondad.
Perdida la bondad, queda la justicia.
Perdida la justicia, queda el rito.
El rito es sólo apariencia de fidelidad
y origen de todo desorden.
El conocimiento es sólo flor del Tao
y origen de la necedad
Así, el hombre grande
observa lo profundo y no lo superficial.
Versión del libro: https://avempace.com/file_download/2116/Taoismo-2.pdf