(Escudo y
lema del Ayuntamiento de Cerdanyola del Vallès)
· El año en
curso es un año preñado de elecciones. Con las andaluzas del pasado 22 de marzo
de 2015, se abrió la veda. El próximo 24 de mayo, tendrán lugar las elecciones
municipales así como las autonómicas en todas las CC.AA., excepto en Cataluña,
Galicia y el País Vasco. Para el 27 de septiembre, están planificadas las
plebiscitarias, secesionistas y autonómicas catalanas. Y entre el 20 de noviembre
y el 20 de diciembre, tendrán lugar las elecciones generales para el Congreso y
el Senado.
·
Ante la inminencia de esta sobredosis de “democracia formal” (que no real), no está de más que reflexionemos y
dejemos constancia de alguno de los elementos de juicio que los electores
deberíamos tener en cuenta para elegir a nuestros representantes y, de esta
forma, poder depositar o no nuestra confianza en los candidatos más idóneos y
honestos. Así seríamos menos engañados, estafados y decepcionados o,
simplemente, no seríamos engañados, estafados y decepcionados por esas
sanguijuelas de la casta política, que se presentan a las elecciones, no para
servir a la ciudadanía sino para servirse de la política en beneficio propio.
·
Según una expresión políticamente correcta y al uso en España, la
víspera de cualquier elección es denominada “día de reflexión”. Ahora bien, para poder reflexionar, es necesario
haber alimentado adecuadamente nuestro cerebro con datos fiables y objetivos,
con informaciones veraces y con argumentos sólidos. Si tenemos en cuenta la
anorexia informativa a la que todos los partidos someten a la ciudadanía
española (y no sólo durante la campaña electoral), no parece que tengamos
materia adecuada y suficiente para rumiar el día de reflexión. Y luego pasa lo
que expresó magistralmente Ramón y Cajal
cuando escribió aquello de que “el cerebro
es como una máquina de acuñar moneda. Si echas en ella un metal impuro,
obtendrás escoria. Si echas oro, obtendrás moneda de ley”. Por eso, “como el silencio es, a veces, la peor de las
mentiras” (Unamuno), me permito romperlo
para poner negro sobre blanco algunas ideas que podrían contribuir a alimentar
nuestra reflexión para participar o no en eso que la casta política denomina,
interesadamente, “la fiesta de la
democracia”. ¿Cómo elegir a nuestros representantes? ¿A quién votar?
· Según J. Joubert, ensayista
francés (s. XVIII-XIX), “como la dicha de un pueblo depende de ser bien
gobernado, la elección de los gobernantes pide una reflexión profunda y
reposada”. Por eso, en las elecciones que se avecinan y en particular en
las municipales, los ciudadanos deberíamos regirnos por el “principio de la
racionalidad” y por el de “lo políticamente incorrecto”; y no por el
de la “oportunidad” y el de lo “políticamente correcto”, que son
el santo y seña de los “políticos
profesionales”, preocupados sólo por llegar al poder, sin hacer
ascos a ningún medio. El primer ministro británico W. Churchill tenía
esto muy claro cuando escribió aquello de que “el político se convierte en
estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las
próximas elecciones”. Y también E. Kennedy cuando aseveraba que “en
política pasa como en las matemáticas: todo lo que no es totalmente correcto
está mal”.
· Estas citas de autoridad exigen mucho, tanto a los
candidatos (permiten distinguir a aquellos que vienen a servir a los ciudadanos
de aquellos que vienen a servirse del poder en beneficio propio) como a los
electores. En efecto, los electores deberíamos juzgar o valorar a los
candidatos no por lo que dicen que han hecho o van a hacer (“verba”)
sino por lo que han hecho y hacen (“facta”). Además, no deberíamos
olvidar esa verdad de Perogrullo (aquel que a la mano cerrada llamaba puño), que
reza así: los políticos, una vez elegidos, sufren una amnesia, que hace que
olviden lo prometido durante la campaña y que sus “facta” estén a mil
años luz de las promesas (“verba”) que hicieron a la ciudadanía. Y, por
este motivo, los electores somos siempre, cuando las cosas vienen mal dadas,
como es el caso desde hace bastantes años y en la actualidad, los que pagamos
los platos rotos por la casta política, elegida por nosotros mismos, pero mal
elegida. Estos rasgos descriptivos de la casta política muestran que ésta, en
general, carece de músculo ético, de honestidad y de vergüenza; y está
obsesionada y preocupada únicamente por la conquista del poder y por la
permanencia en él, para disfrutar, sine
die, de un pesebre bien provisto y un cubil bien mullido.
· Por lo tanto, los electores sólo seremos libres al
votar y votaremos con conocimiento de causa por una u otra opción política o podremos
decidir no votar a nadie, si estamos debidamente informados, si hemos dedicado
un tiempo a “rumiar” nuestro voto, si tenemos en cuenta, sobre todo, lo hecho
por los candidatos (“facta”) y si
nuestra elección ha sido hecha sobre la base del “principio de la racionalidad”, que creo que
es el único correcto. Además, deberíamos poder votar a las personas y no a las
siglas de los partidos que se presentan a las elecciones. Y, para poder
hacerlo, se deberían ofrecer a los electores listas abiertas y desbloqueadas,
que están en las antípodas de las listas de
estómagos agradecidos (las cerradas y bloqueadas),
para votar no a partidos sino a aquellas personas concretas, que consideramos
más justas, más honestas, mejor preparadas y más eficaces en la gestión de los
asuntos públicos. Ante esto, alguno podría decirme que esto sería pedir peras
al olmo. Sin embargo, no debemos olvidar, como escribió Victor Hugo en Los Miserables,
que “la utopia de hoy es la realidad de
mañana”.
· La casta política española
tiene muy mala prensa, desde hace muchos años: constituye uno de los problemas más
importantes para los españoles, según el CIS; sale del “todo a cien de los partidos”, según el verbo certero de la “todóloga”
Pilar Rahola, a la que, por una vez, le sonó la flauta por
casualidad; y además no es la solución de los problemas de España, sino parte
de sus problemas. Esta evaluación negativa de nuestra casta política es
compartida por el premio Nobel José
Saramago, que no es sospechoso de ser antidemócrata ni de
tirarse al monte, cuando escribió que
“sin política no se puede organizar una sociedad. El problema es que la
sociedad está en manos de los políticos”. Por eso, en el día de
reflexión y en el día de la votación, los electores deberíamos tener en cuenta
el lema del Ayuntamiento de Cerdanyola del Vallès (Barcelona) —mi segunda
patria chica, después de Almagarinos (El Bierzo)— que reza así: “facta, non verba” (“hechos, no palabras”). Y deberíamos mirar la luna (“Facta” —los hechos—, es decir al candidato o candidatos concretos),
que nos señala el dedo del sabio, y dejar de mirar el dedo (“verba” —las palabras—, es decir las
siglas de los partidos), que sólo busca distraer nuestra atención y embaucarnos
una vez más. Aplicando este aforismo clásico, a lo mejor los votantes nos
preguntamos, como lo hacía, muy atinadamente, hace algún tiempo, J.J. Millás: “¿Quién iba a decirnos que el mejor modo de votar sería no hacerlo?”.
Y actuamos en consecuencia, guiados por los “facta,
non verba”.
© Manuel I. Cabezas González
Publicado también en Periodista Digital, Bembibre Digital, Tribuna del País Vasco, Las Voces del Pueblo, Cerdanyola Informa, web de España y Catalanes, Periódico El Buscador y Bierzo7.
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www.honrad.blogspot.com
m.ignacio.cabezas@gmail.com
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Muy interesantes y oportunas las citas de Unamuno (el silencio, la peor de las mentiras) y de W. Churchill (...pensar en las próximas generaciones).
ResponderEliminarPero el problema que tenemos no se arregla sólo con más democracia en las elecciones, ni con el cumplimiento de las promesas electorales.
Esto es debido a que es esencial que se respeten los derechos, y puede pasar que la INMENSA MAYORÍA sea contraria a que se respeten.
Por ejemplo: siendo que la mayoría de las familias son propietarias de sus viviendas, se sienten beneficiadas si sus precios suben.
Y todavía más si están pagando hipoteca...
Por lo tanto, nadie quiso denunciar las políticas de inflación del precio de la vivienda. Mentar el artículo 47 de la Constitución causaba y causa indiferencia o indignación:
¡YO NO CREO EN LOS DERECHOS!
¡QUIEN QUIERA VIVIENDA, QUE LA COMPRE!
¡YO LA PAGUÉ CON MI TRABAJO!
(Pero a un precio muy inferior al actual)
Total que, por este camino, los españoles nos extinguimos...
Es una lucha en la que las mayorías AHOGAN a las minorías...
Y estas minorías son nuestros jóvenes, NUESTRO FUTURO.
Y esto no pasa sólo con la vivienda.
Podemos ver algo más en
http://edipais.wordpress.com
Como siempre acertado, mi apreciado Ignacio, pero la belleza de tus palabras, las cuales comparto en parte (se me permite el ligero juego de "partes"), ya que aunque sería lo más aconsejable mirar al individuo y no al partido, sobre todo en un escrutinio de carácter municipal, no es así.
ResponderEliminarLa polémica y la propaganda, cuando se saben llevar bien, son el mejor de los cerrajeros, y funciona. Tenemos el caso más claro en Barcelona. Ciudad Condal, que siempre a cuidado muy mucho la salud y la imagen de sus ediles, todos ellos conocidos y cualificados (borrando de nuestras memorias algún caso concreto y poco duradero). En nuestra gran ciudad, teatro de las actuaciones secesionistas, que ha brindado sus calles a la exposición mundial de la "catalanidad", tiene un alto índice de probabilidades de poder aspirar al triunfo una agrupación, liderada por una señora, que, salvo que alguien me contradiga y me lo demuestre, su única aportación a su CV político es la de ser participe del movimiento okupa (grande!), de movilizarse de forma activa (que no sé si violenta) contra el G-8 (maravilloso!), y de manifestarse contra las guerras de Irak (excelso!)..., a, perdón, y de haber conseguido colocarse en el DESC, que se me olvidaba.
Bueno, pues fijándonos en la persona, como tú bien dices, este es el perfil y el CV de la persona que puede salir como Alcalde de Barcelona.
Sigues estando seguro de tú artículo?
Un gran abrazo y, como siempre, mi ánimo para que sigas.
saludos.
Amigo mío, como siempre redacción sobresaliente y reconozco que comparto la gran mayoría del redactado. Eso sí, me preocupa que depositemos esperanzas en aquellos que han hecho del politiqueo y del populismo su bandera y no pueden testimoniar conocimiento, valía o experiencia, más allá de buena voz para gritar en manifestaciones, tirón para movilizar rebaños, aguante para no amedrentarse en okupaciones, u otros actos de gran valor añadido para lograr crédito y, ahora, sufragio. A mí esta nueva casta que quiere reeemplazar a la anterior no me ofrece ninguna confianza, máxime cuando evidencian, desde su momento cero, los mismos problemas que los "profesionales" de la política.
ResponderEliminarYa lo he leído. Ya te comentaré, paisano.
ResponderEliminarLamento mucho que se me hhaya olvidado identificarme, quizá se deba a que , cuando comencé a leer tu artículo, había ecidido introducir mi llamada..
EliminarMi Nombre : Gabriel del Castillo Genis. Soy médico y vivo en Valencia, He sido riojano por rsidencia y estudios primarios y secundarios. Madrileño por ser Alumno de "la Complutense , cuando era, ,de veras una Universidad. Conocí Madrid en la mejor época de mi vida, en 1955 al 1969 .Soy pues , un jubilado.
El artículo, tiene un buen cariz.
ResponderEliminarAhondaré en el tema de la elección de las masas. Efectivamente, se necesita una libertad y calidad de información rica y limpia en el mas amplio y profundo sentido.
Está ya científicamente demostrado que, el promedio de decisiones que se obtiene de la media de una gran masa de individuos, es mas acertada y con mas seguridad, que las decisiones tomadas por un grupo de expertos. Y aun peor diferencial, si el grupo en realidad no es de expertos, sino de gente que simplemente ha capturado el poder, sin otra cualificación positiva.
Para ello, es imprescindible UNA INFORMAXIÓN ECUÁNIME.
Si esa información general es retorcida, el resultado global y medio tambien sufrirá la misma deriva.
Por tanto, la calidad de la información, es esencial para un futuro mejor.
Ralph
Hablando de las Listas Abiertas, debemos recordar que son igualmente redactadas por ciertos personajes de la cúpula de los paritdos. Los mismos que deciden los componentes de las listas cerradas.
ResponderEliminarPor tanto, pese a que a muchos se les llene la boca con ese augumento, la realidad es que la mejora democrática que realmente aportan, es prácticamente inexistente o inoperante.
Un caso evidente, son las listas abiertas que ya rigen para el Senado español.
¿Son significativamente mejores en algún aspecto?. No se aprecia tal diferencia.
Incluso muchos opinan que sobra el propio Senado, o debería sufrir una transformación radical.
La única solución a la vista, para democratizar la elección de representantes públicos, es lograr que estos no deban sus cargos a los partidos, sino a los electores, al pueblo.
Para ese objetivo, el sistema mas reconocido es el de una Ley Electoral con Distritos o Circunscripciones Unipersonales. Como en Inglaterra, especialmente.
En cuanto a los programas electorales, encuentro que ya están profundamente prostituidos. No están hechos por las bases, que en realidad son engañadas por "expertos demagogos" a sueldo de las élites.
Las promesas que si, se cumplen, son aquellas que en realidad no son en favor del bien común, sino que han sido "coladas" entre otras, en favor de las élites, pero dando la pariencia de haber sido demandadas o ratificadas por el pueblo.
Otras, las que realmente el pueblo desea, no han sido pronunciadas con el propósito de cumplirse, sino para alcanzar el Poder mediante votos embaucados. Después, "chi lo sa".
Atentamente,
Ralph