· Desde
principios del siglo XX, las tierras de España han sido víctimas de una
emigración continua que, con el paso de los años, ha ido vaciando demográficamente
zonas enteras de su territorio. En los albores del siglo XX, la emigración se
dirigió hacia América Latina. Luego, en los años 50, 60 y 70 se produjo una
nueva emigración, tanto exterior (hacia los países europeos) como interior (del
centro de la península hacia las zonas costeras, así como hacia Madrid y las
capitales de provincia). De esta forma se fue forjando, despacio pero sin
pausa, lo que algunos llaman hoy la “España
vaciada”; otros, la “España vacía”;
y otros, la “España vaciada y vacía”,
expresión que pone el acento tanto en el proceso que se inició y terminó (“vaciada”) como en el resultado o foto
fija final (“vacía”).
·
Aquellos que nacimos en una zona rural y volvemos periódicamente a
nuestra patria chica hemos podido constatar, sin necesidad de acudir a sesudos
estudios o a estadísticas, que las zonas rurales han sido víctimas de un olvido
y un abandono seculares en todos los órdenes de la vida. Esto ha propiciado una
sangría demográfica, que presagia la muerte segura de miles de pueblos, si no
se hace algo para impedirlo. Un ejemplo paradigmático de este deterioro y de
este desierto demográfico es la comarca
de El Bierzo (León), donde el monocultivo de la
extracción de carbón ha ido languideciendo hasta desaparecer completamente
en 2018 y, con él, el medio de vida y de prosperidad de sus gentes.
·
Si observamos la imagen nocturna de España desde un satélite, podremos
constar la existencia nítida de dos Españas. Por un lado, la “España llena”: la España urbana,
localizada en la periferia de la península y en algunas zonas del interior
(Madrid, Zaragoza, Valladolid), que ocupa el 30% del territorio con el 90% de
la población. Y, por el otro, la “España vaciada
y vacía”: la rural, situada fundamentalmente en las mesetas, ocupando el
70% del territorio y sólo con el 10% de la población. A pesar de que la
población de España, según el INE, haya alcanzado su máximo histórico,
superando los 47,1 millones de habitantes (junio de 2019), la distribución de
la misma ha agrandado la distancia entre estas dos Españas.
·
En efecto, de los 8.124 municipios que hay en España, más de la mitad
(4.979) tienen menos de 1.000 habitantes. Y de éstos, la gran mayoría (3.972)
tienen entre 100 y 500 vecinos. Ahora bien, según los demógrafos, si para los
municipios con menos de 1.000 habitantes el futuro es preocupante, para los que
tienen menos de 500, el riesgo de desaparición es evidente; y con menos de 100,
se podría decir que “alea jacta est”
y que la muerte es inminente. La amenaza de este desierto demográfico se
aprecia también si tomamos en consideración la media de densidad de la
población española, comparada con la de la U.E. y la de otros países: España
(97 hab./km2), U.E. (177 hab.), Alemania (233 hab.). Pero, la vulnerabilidad
demográfica es de extrema gravedad si tomamos en consideración la densidad de población de las CC. AA. de la “España vaciada y vacía”. Por ejemplo,
Castilla y León sólo tiene 26,1 habitantes/km2.
·
Estos datos (foto fija) son graves, pero lo son mucho más si tomamos
en consideración las tendencias tanto
de los flujos constantes de emigración interior desde los años 50, como las
tendencias de las tasas de natalidad
y de los índices de fecundidad, que han puesto un punto final al “baby boom” (años 60) y han propiciado el
“death boom” actual. Estas tendencias
hacen que los españoles vivos frecuentemos más los tanatorios que las plantas
de neonatos de los hospitales (mueren más españoles de los que nacen) y que la
espada de Damocles del desierto demográfico amenace al 70% del territorio
español.
·
Basta con haber nacido y vivido en una zona rural, y tener ojos, para darse
cuenta de que la “España vaciada y vacía”
ha sido dejada de la mano de Dios: el tradicional sector primario (la
agricultura, la ganadería y la extracción de materias primas) ha sido
abandonado a su suerte y se ha ido degradando, sin que se haya creado un tejido
económico alternativo y/o complementario en el sector secundario (industria) y
terciario (servicios). Y la consecuencia
lógica de esto ha sido el éxodo rural, que ha empobrecido demográficamente a la
mayor parte del territorio nacional. Ahora bien, esto no ha sido producto de un
proceso natural e inevitable, sino provocado por la mano del hombre y, en
concreto, por las sucesivas castas políticas en cuyas manos hemos depositado la
gestión de la “res publica”, de
nuestro futuro y de nuestro bienestar. Éstas son las que han propiciado un
desarrollo industrial y económico desigual, partidista e injusto de las
distintas regiones de España.
· Actuando así, los de la
casta política no sólo han sido los causantes de todo tipo de desigualdades, de
injusticias y de agravios entre las regiones españolas. Además, han provocado
una emigración forzosa, que siempre es dolorosa, y una serie de problemas
colaterales, de muy difícil solución. Digamos que hablo, por un lado, de la
superpoblación de una pequeña parte del territorio, donde se asientan
megaciudades o zonas metropolitanas de muy difícil gestión o incluso inviables
desde el punto de vista social, ecológico y ambiental. Pensemos en los
problemas de movilidad o en la contaminación galopante, por ejemplo, de Madrid
y Barcelona. Pensemos en los problemas de comunicación entre los ciudadanos, en
el individualismo, en la soledad de sus habitantes, que desembocan
inevitablemente en “spleen” y en
problemas psicológicos.
· Estos hechos y estas
consecuencias parecen dar la razón a Antonio
Machado cuando escribió aquello de que “una de las dos Españas ha de helarte
el corazón”. Ahora bien, ante la
grave situación demográfica de la “España
vaciada y vacía” y ante los indeseables efectos colaterales apuntados,
parece necesario un pacto de Estado y un plan de choque para descentralizar la
actividad económica y fomentar la implantación de industrias que activen la
economía en la “España vaciada y vacía”.
Sólo así se podrá revertir la situación demográfica y garantizar la calidad de
vida y las oportunidades de todos los españoles. Ante las promesas incumplidas
y los engaños sempiternos de la casta política, la plataforma “Teruel Existe” se ha lanzado a la arena
política, con la esperanza de que el electo Tomás
Guitarte sea como el tábano de Atenas, Sócrates, y ponga en la agenda de los
de la casta política el drama demográfico, social, económico, sanitario,
educativo,… de la “España Vaciada y Vacía”.
Esperemos que los de la casta política no administren a Tomás Guitarte la
cicuta del soborno, de las prebendas, de las puertas giratorias,… y, sobre
todo, si es el caso, que no la ingiera y se mantenga fiel a los principios, intereses y objetivos de la “España Vaciada y Vacía”.
© Manuel I.
Cabezas González
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20 de enero de 2020