·
El próximo 21 de diciembre (21D), los ciudadanos catalanes han sido
llamados a las urnas una vez más, en muy poco tiempo. Con su voto, tienen que tratar
de arreglar los desaguisados, los desatinos y los desmanes provocados tanto por
el Gobierno de Cataluña del prófugo y lenguaraz Carles Puigdemont, como por
el Gobierno de España, presidido por el Anti-Principito
Mariano Rajoy, y el resto de la
casta política. Ahora bien, los responsables de la crítica situación que se
está viviendo en Cataluña se presentarán de nuevo a las elecciones, como los
bomberos-pirómanos, para atajar el incendio que ellos mismos han provocado, han
atizado y siguen atizando, impelidos por el deseo patológico de mantenerse en
el poder o de llegar a él.
·
Ante estas dos constataciones objetivas, no está de más preguntarse
por qué y cómo se ha degradado tanto el Estado de derecho así como la actividad
económica, la convivencia cívica y política, el Estado de bienestar,... en
Cataluña. Comprender las causas últimas del comportamiento de los dos gobiernos
(el catalán y el español), de ahora y del pasado, y tomar medidas radicales y vinculantes
contra ellos deberían vacunarnos contra nuevas intentonas golpistas y nuevos Anti-Principitos. La explicación
racional de estas causas, la podemos encontrar si establecemos una analogía
entre ciertos pasajes del Principito
(relato de Antoine de Sant-Exupéry)
y el comportamiento de la casta política catalana y española.
El Principito
· Al inicio
del relato, Sant-Exupéry describe y
narra el día a día del Principito en su diminuto planeta, el asteroide B-612.
Su planeta estaba infestado de las terribles semillas de baobabs (árboles
gigantescos). Por eso, cada mañana, tenía que recorrerlo para arrancar sus inofensivos
tallos, nada más que sacaban la cabeza de la tierra. Era un trabajo monótono y
aburrido. Pero, el Principito lo llevaba a cabo metódica, diligente y
disciplinadamente, ya que de esto dependía la supervivencia de su planeta. En caso
contrario, los minúsculos tallos de baobabs crecerían
rápidamente, lo invadirían, lo perforarían con sus raíces y lo desintegrarían
(cf. Cap. V).
·
Además, el Principito deshollinaba periódicamente sus dos volcanes
activos, con el fin de que ardiesen suave y regularmente, sin erupciones
violentas que podrían también poner en peligro su casa-planeta. Y tampoco se
olvidaba de hacer lo propio con un volcán dormido ya que, como confesó el
Principito, “¡no se sabe nunca!” lo que puede suceder (cf. Cap. IX).
·
Un día, haciendo la limpieza cotidiana de las malas hierbas, vio una
brizna nueva, que no se parecía a ninguna otra. La dejó crecer. Con el paso de
los días, surgió una flor, que se fue acicalando y embelleciendo, transformándose
en una despampanante rosa. El Principito se enamoró de ella y empezó a
prodigarle todo tipo de cuidados: la regaba cada día; la protegía de las
corrientes de aire, con un biombo, y de los fríos nocturnos, con un globo; y la
acariciaba cotidianamente con sus palabras. Pero, su rosa era altiva,
presumida, vanidosa y mentirosa; y el Principito empezó a decepcionarse, a
dudar de ella y a no ser feliz. Por eso, abandonó su asteroide y “puso espacio de por medio”, iniciando un
periplo interplanetario (Cap. VIII).
Los Anti-Pricipitos
· Estos pasajes
del Principito reflejan muy bien lo que ha sucedido y está sucediendo en el
asteroide Hispania. Rajoy y también todos
los presidentes que le precedieron (Suárez,
Felipe, Aznar y ZP) han sido
unos auténticos Anti-Principitos,
cortados todos por el mismo patrón.
· En efecto,
para llegar al poder y para mantenerse en él, no dudaron en practicar el “ayuntamiento político contra natura” con los nacionalistas. Además, llegados al
poder, en vez de ocuparse de los problemas reales de los ciudadanos y de la
diligente, metódica y disciplinada gestión de la “res publica” (como hacía el Principito en su planeta, arrancando
las malas hiervas y deshollinando sus volcanes), han hecho dejación
de sus funciones, poniendo en peligro la soberanía nacional, la paz social
y la viabilidad de nuestra democracia; y se han dedicado sólo a asegurarse la permanencia
en el poder, para defender únicamente sus intereses personales y los de sus
partidos. Actuando así, han hecho honor al
“Viejo Profesor”, Tierno Galván,
que afirmó que “las
promesas electorales están para no cumplirse” (i.e. para engañar a los votantes). ¿Y
para esto no les pagamos el sueldo? Como dijo alguien, de cuyo nombre no
quiero acordarme, “a la política se
debería llegar comido y comiendo, y no para comer y, aún menos, para comer a
dos carrillos”.
·
Por otro lado, —conocedores del talón de Aquiles de los Suárez, los
Felipe, los Aznar, los ZP y los Rajoy— los nacionalistas-independentistas
catalanes les exigieron, durante los 40 años de democracia, el oro y el moro
para que pudieran satisfacer sus desenfrenados apetitos de poder. De esta
forma, el cortoplacismo y los intereses personales de los Presidentes de los
Gobiernos de España provocaron la transferencia progresiva de competencias del Estado a la caprichosa,
altiva, mentirosa y siempre insatisfecha “Rosa
independentista catalana”. Por eso, los responsables políticos españoles
nunca podrán ser tildados de estadistas ya que, para esto, deberían “pensar en las próximas generaciones y no en
las próximas elecciones” (W. Churchill). En consecuencia, no se les dedicará ni una sola
línea en la Historia con mayúscula.
Ergo
· Este
apetito enfermizo de poder de los Anti-Principitos
de la casta política nacional y catalana (los Rivera, los Sánchez, los
independentistas de todo cuño, etc.) han impelido y conducido a Rajoy a convocar elecciones para el
próximo 21D. Ahora bien, muchos ciudadanos de a pie se han preguntado si no ha
sido precipitado convocar, con tanta premura, las elecciones autonómicas en
Cataluña y si éstas son la fórmula taumatúrgica para deshacer el nudo gordiano
catalán. En efecto, no parece lógico ni razonable que el statu quo actual vaya a cambiar por medio de unas nuevas y simples
elecciones autonómicas. Éstas pueden ser un parto de los montes y que todo siga
como hasta ahora o aún peor. O también podría suceder que, engañados y
decepcionados por unos y por otros, los votantes informados y responsables
abandonasen, como el Principito su
asteroide, el planeta electoral del próximo 21D.
· Como dijo Einstein, “si buscas
resultados distintos no hagas siempre lo mismo”. Por eso, no parece factible
que se puedan esperar resultados electorales diferentes, cuando las reglas y
las infraestructuras del juego político siguen intactas en Cataluña; cuando las
malas hierbas independentistas no fueron arrancadas a su debido tiempo ni lo
están siendo ahora por el Anti-Principito Rajoy; cuando los volcanes (político,
educativo, cultural, comunicativo,…) no han sido deshollinados diligentemente. Los
independentistas han ganado la “batalla
del lenguaje”; han adoctrinado y siguen adoctrinando a los niños,
adolescentes y jóvenes en los centros escolares; han desinformado y manipulado
(y siguen haciéndolo) a todos los ciudadanos por medio de los 7 canales
catalanes de TV, de las emisoras de radio, de los medios de comunicación
tradicionales y digitales, profusamente subvencionados; han contado y siguen
contando con una tupida red de asociaciones (entre ellas, la ANC y Omnium
Cultural), bien dotadas económicamente y encargadas de difundir la falacia
independentista.
·
Con todo esto y desde hace 40
años, los independentistas han ido
sembrando las semillas del odio, del rencor, de la disgregación, de la
confrontación, de la división, de las fuerzas centrífugas…, que han echado
raíces profundas en las mentes de muchos ciudadanos y que no pueden ser
cercenadas, de la noche a la mañana, con la hoz de las elecciones del próximo
21D. Por eso, es difícil comprender la precipitación, que nunca es buena
consejera, de la convocatoria de estas elecciones, sin antes desmontar las
estructuras golpistas que condujeron a la aplicación “very, very,… light” del
155. La casta política “constitucionalista” tiene como único objetivo
encaramarse en el poder, olvidándose de que, como dejó para la posteridad Casto
Méndez Núñez, “más vale honra sin barcos (sin poder) que barcos
(poder) sin honra”.
© Manuel I. Cabezas González
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11 de diciembre de
2017