· Gracias al
lenguaje (capacidad de hablar), los seres humanos somos diferentes de todos los
demás seres vivos, animales o plantas. Además, si nos ocupamos y preocupamos de
desarrollar y cultivar esta capacidad, seremos “dioses” todopoderosos. En efecto, según la tradición
judeo-cristiana (cf. Génesis), Jehová (el
“verbo”) y Adán (el “hijo del verbo”,
creado a su imagen y semejanza) fueron nombrando alalimón y, por lo tanto,
creando y dando vida (existencia) a todo lo que vemos, oímos, tocamos, olemos o
degustamos. Y, por evidencia empírica, sabemos que quién domina el lenguaje y “nombra” tiene el poder y “manda”.
·
Ahora bien, si no nos ocupamos de cultivar y de mimar nuestro “verbo”, dejaremos de ser “dioses” y nos
convertiremos en esclavos o “proles”
(según la denominación de G. Orwell,
en su relato “1984”). Por desidia,
habremos agostado nuestros poderes lingüísticos y nuestra capacidad para tener
criterio propio y para no ser manipulados ni engañados. Por eso, si nuestro
lenguaje es enclenque, estaremos expuestos, sin defensa posible, a todo tipo de
manipulaciones y contratiempos, provocados por la verborrea de mercadillo de la
casta política; y repetida, como un mantra, por los medios de comunicación.
·
Para ilustrar estas verdades de Perogrullo, nos vamos a referir al comportamiento
lingüístico de la casta política nacionalista-independentista catalana durante
los 40 años de democracia. Antes de dar el fallido “golpe de Estado de la DUI” (declaración unilateral de independencia),
los independentistas llevaron a cabo, despacio pero sin pausa, un permanente y
efectivo “golpe de Estado lingüístico”,
que permitió manipular y descarriar las mentes de muchos ciudadanos de Cataluña,
partidarios de la DUI del 27 de octubre de 2017.
·
Desde el inicio de la Transición (1975), la casta política
independentista catalana está empeñada e inmersa en una “batalla del lenguaje”, que no se debe confundir con la “batalla de la lengua” (enseñanza del y en español y catalán), de la que nos hemos ocupado reiteradamente
en numerosos textos. Gracias a la “batalla
del lenguaje”, se ha tergiversado y prostituido el uso normal del lenguaje,
al llevar a cabo el vaciado del contenido semántico de las palabras y a su
sustitución por un contenido inapropiado, pero acorde con lo que la casta
política quiere que digan, con vistas a la consecución de la independencia de
Cataluña. En esta operación de “ingeniería
lingüística”, la casta política independentista ha funcionado como el
orwelliano “Ministerio de la Verdad”
y ha creado, como hubiera dicho G. Orwell, una “neolengua”, que se ha ido enriqueciendo y modificando en función de
la coyuntura política. Con esta “newspeak”,
se ha pervertido, formateado y jibarizado la competencia lingüística de muchos
de los ciudadanos de Cataluña, al tiempo que se ha convertido en vehículo de “posverdades” o “fake news”.
· Para ilustrar
esta metamorfosis permanente —llevada a cabo por el “Ministerio Catalán de la Verdad”, instalado en TV3, en numerosos medios
de comunicación e instituciones varias (ANC y Omnium Cultural) de la “Cosa Nostra” independentista, así como en
todos los niveles de enseñanza— me permito dar algunos ejemplos de la
manipulación lingüística de la “neolengua
catalana”. Para ello, no hace falta ser un Sherlock Holmes o un Hércules Poirot para descubrir y
desvelar el engaño-estafa de esta “nueva lengua”, que es moneda de curso legal
y de uso cotidiano por parte de los independentistas catalanes.
· Como en aquella película titulada “¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?”, también podemos
preguntarnos por qué los independentistas hablan de “guerra de secesión” cuando deberían decir “guerra de sucesión”; o de “presos
políticos” por “políticos presos”;
o de “democracia” por “rechazo a la legalidad vigente”; o de “referéndum unilateral” por “consulta de la Señorita Pepis”; o de “diálogo” por “independencia sí o sí”; o de “facha”
por “el que se opone al proceso independentista”; o de “franquismo” por “Estado democrático español”; o de “fuerzas de ocupación” por “Guardia
Civil y Policía Nacional”; o de “represión”
por “mantener el orden legal y social”;
o de “pueblo catalán” por “los independentistas”; o de “derecho a decidir” por “derecho de secesión”; o de “votación pacífica del 1-O” por “votación ilegal”; o de “botiflers” por “los ciudadanos constitucionalistas”; o de “violación de los derechos humanos” por “uso legítimo de la violencia constitucional”; o de “legitimidad fáctica” por “legitimidad legal-racional”; o de “movilizaciones pacíficas” por “escraches y hostigamiento a las fuerzas de
orden público”; o de “golpe de estado”
por “aplicación del art. 155 de la
Constitución”; o de “exiliados”
por “prófugos de la justicia”; o de…;
etc.
· No he intentado ser
exhaustivo en esta recopilación de “falsa moneda” lingüística. Basta con este
muestreo para describir el comportamiento lingüístico del independentismo catalán,
en el que las dos primeras víctimas han sido la verdad y el lenguaje. En este
mundo independentista, el lenguaje ha dejado de ser un instrumento de
ilustración y liberación, y se ha convertido en un “antilenguaje”, que propicia la confusión, la ambigüedad, la seudocomunicación
y el “babelismo” disgregador. El
lenguaje, no lo olvidemos, pertenece a todos los hablantes y nadie puede
apropiárselo, para manipularlo a su antojo y en exclusivo beneficio propio.
· Ahora bien,
los independentistas catalanes no son los únicos falsificadores lingüísticos,
que utilizan el lenguaje para engañar y desinformar. El PP y todos los partidos
de la casta (PSOE/PSC, C’s, Podemos) son también prestidigitadores
lingüísticos, embaucadores y manipuladores recalcitrantes. Por dar sólo algunos
ejemplos, el PP ha utilizado “movilidad
exterior” por “emigración”, “línea de crédito” por “rescate”, “procedimiento de ejecución
hipotecaria” por “desahucio”, “incentivación de rentas no declaradas”
por “anmistía fiscal”, “gravamen
adicional” por “subida del IVA”,
“flexibilizar el mercado laboral” por
“abaratar el despido”, etc.
· La manipulación
lingüística no es una cuestión baladí. Es, más bien, un problema grave en la
vida en sociedad y en la gestión política. La “langue de bois”, propia de la casta política en todas las
latitudes, tiene muy mala prensa y aleja de sus derechos y deberes políticos a
los ciudadanos, convirtiéndolos en practicantes del “silencio de los corderos”. A propósito de esta ingeniería
lingüística, al escritor austríaco S. Zweig, en plena
Segunda Guerra Mundial, le horrorizaba que “las
palabras hubieran sido vaciadas de verdad, se hubieran vuelto huecas y desprovistas
de sustancia interior”; y por eso temía y detestaba “vivir entre palabras sin verdad”. Estos temores se hicieron realidad
y, por eso, el historiador P. Sawicki se permitió escribir, muchos años después, que “todos los genocidios (el holocausto fue
uno) empezaron con palabras” castradas
y preñadas de nuevo. Por eso, los responsables políticos deben respetar el
lenguaje; esto es tan importante como respetar la legalidad vigente. No pueden
seguir utilizando la palabra en vano, ya que “si dejamos que la lengua se corrompa, ella nos corromperá. Si la
dignificamos, nos devolverá, en pago, dignidad” (Anjel Lertxundi, 2010).
· Por eso, no
está de más recordar a los independentistas y
a los miembros o “miembras” de
la casta política de cualquier signo, todos ellos saboteadores del lenguaje, la
respuesta que, en el s. VI a. C., dio el maestro Confucio a uno de sus discípulos, cuanto le preguntó qué medidas
deberían tomarse para ordenar el Estado: “Lo
primero que hace falta es la rectificación de los nombres. Si los nombres no
son correctos, las palabras no se ajustarán a lo que representan y, si las
palabras no se ajustan a lo que representan, las tareas no se llevarán a cabo y
el pueblo no sabrá cómo obrar. Si de lo que se trata es de gobernar una nación,
lo más importante es la precisión de la lengua”. Por los hechos y los resultados,
parece que los independentistas catalanes están sordos o ciegos y Confucio
predicó en el desierto.
© Manuel I.
Cabezas González
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27 de noviembre de 2017