· En un texto
reciente reflexionaba sobre esa fauna, tan española, de los
todólogos: esos personajes que han colonizado tertulias y columnas de opinión
y que pontifican sobre lo divino y lo humano,
sin tener ni idea de lo que hablan. Ahora bien, me quedé corto en la
cuantificación y en la ejemplificación de esta plaga bíblica, que nos está “asnificando” (< “asno”). Hoy, quiero completar el zoo de todólogos poniendo el dedo
en la llaga de nuevos indocumentados, que se han permitido dogmatizar, sin ton
ni son, sobre el peso del español como lengua vehicular en la enseñanza de Cataluña.
·
En periódicas y tautológicas sentencias, el Tribunal Supremo (TS), el
Tribunal Constitucional (TC) y el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña
(TSJC) han instado a los sucesivos Gobiernos de la Generalidad a que el español
(el constitucional castellano) tenga también un papel significativo como lengua
vehicular en la enseñanza de Cataluña. Ahora bien, ante la indolencia, la
pasividad, la rebeldía, la desobediencia y la obstrucción a la justicia sistemáticas
por parte de los Gobiernos de Cataluña, el TSJC, el pasado 31 de enero de 2014,
cogió el toro por los cuernos y dictó cinco autos, relativos a cinco centros
escolares (4 concertados y uno público). En estos autos, fijó unilateralmente que el 25% de las enseñanzas deben ser
impartidas en español, para que esta enseñanza no sea “un artificio de mera apariencia”, pero sin que el catalán deje de
ser el “centro de gravedad del sistema”.
Además, para cumplir lo ordenado, los directores de los centros tenían un plazo
de un mes. En caso contrario, éstos se exponían a sanciones económicas e
incluso a la inhabilitación, con pérdida de empleo y sueldo.
·
Este porcentaje del 25% fue recibido por aquellos que gritan más
fuerte y se hacen oír más, como una nueva
agresión contra el modelo catalán de inmersión
lingüística precoz y total. Y, una vez más, la Generalidad presentó un recurso
de reposición, para dilatar o, mejor dicho, para seguir incumpliendo las
sentencias judiciales. Y, de nuevo, se abrió la caja de las frivolidades y de
las banalidades, provocando una tormenta o subasta de porcentajes (%) para
cuantificar el papel que debe tener el español (el constitucional castellano),
como lengua vehicular en el sistema educativo de Cataluña.
· El Gobierno de la
Generalidad, como siempre, rechazó los autos e hizo una defensa a ultranza, del
modelo
“exitoso” (?) de inmersión
lingüística, en el que el catalán es y será la única lengua vehicular en la
escuela, hasta el punto de que “no
moveremos ni una coma”, Francesc Homs dixit. A pesar de que, según Irene
Rigau, la demanda de una enseñanza también en español es una demanda
artificial (?), política (?), minoritaria (?) y en descenso (?), este 100% de
enseñanza en catalán ha sido criticado y rechazado siempre por aquellos
ciudadanos catalanes que no comprenden ni aceptan que el bilingüismo social y
real no tenga su reflejo en la escuela. Si somos bilingües fuera de la escuela
y si las dos lenguas están en contacto y conviven sin conflicto en la vida
real, ¿por qué el bilingüismo no puede ser una realidad también en la escuela?
·
Para justificar este 100% en catalán, casi todo el arco parlamentario
catalán (CiU, ER, ICV, PSC) repite, como un mantra, las mismas mentiras de
siempre: al final de la educación obligatoria, está garantizado un buen
dominio del catalán y del español (?); además, el modelo catalán ha
contribuido a la cohesión social y ha evitado la segregación por razón de
lengua (?); por otro lado, ha sido aceptado por la inmensa mayoría de la
sociedad catalana (?); por lo demás, también ha sido avalado por organismos
internacionales y por expertos (?), etc. Esta ristra de mentiras y otras muchas,
que no es el momento de desmentir aquí, no resiste el más elemental análisis
contrastivo con la realidad empírica; y denota mala fe y un prejuicio contra la
lengua común de todos los catalanes-españoles y españoles: la lengua española
(el constitucional castellano).
· A pesar de
esto, la mayoría de los partidos políticos (CiU, ER, ICV, PSC), los sindicatos
(CC.OO., UGT, Ustec-Stes) y la comunidad educativa (AMPAS, asociaciones y
fundaciones varias: Asamblea de Docentes, Somescola, Fundación Escuelas
Cristianas, Omnium Cultural, etc.) comulgan con estas ruedas de molino y, para
más inri, piden que se blinde el modelo catalán de inmersión y que no se
apliquen los mandatos judiciales. ¡Qué tropa y qué ejemplo dan a los ciudadanos,
a sus afiliados, a sus asociados, a sus alumnos y a sus hijos! Todos están de
acuerdo con lo políticamente correcto (100%
en catalán o escuela monolingüe), desde la óptica nacionalista independentista,
defendida siempre por Omnium Cultural, que ha conseguido imponer sus tesis; y
no, con lo psico-pedagógicamente correcto,
que siempre defendió la, ahora, silenciosa o silenciada y muda Asociación
Rosa Sensat, que siempre fue defensora de una inmersión
flexible y racional y de la doctrina de la UNESCO: impartir las primeras
enseñanzas, hasta los 10/11 años, en la lengua materna de los alumnos.
·
C’s, por boca de su presidente Albert
Rivera, terció en este mercadillo de los porcentajes inmotivados,
proponiendo, como si se tratase de las medidas de la mujer ideal, la fórmula del
40 - 40 - 20:“queremos un 40% de catalán, un 40% de castellano y un 20% de inglés”,
Rivera dixit. Por su
parte, el PPC pujó también en esta subasta mercaderil de porcentajes sin
fundamento, llegando más o menos a la misma oferta que C’s.
·
Ante tal variedad, tal disparidad y tal discrecionalidad de
porcentajes, debemos preguntarnos y preguntarles a todos esos todólogos (TSJC,
partidos políticos, sindicatos, AMPAS, asociaciones y fundaciones varias) cómo
han llegado a esos porcentajes tan dispares y tan disparatados. ¿De dónde los
han sacado? ¿Quién les ha asesorado para proporcionar tal diversidad de
soluciones? ¿O acaso los han extraído, por su cuenta y riesgo, de sus meninges
desguarnecidas y huérfanas? Les recuerdo a todos ellos que hay profesionales de
la lingüística y de la lingüística aplicada, de la psicolingüística, de la
psicopedagogía, de la sociolingüística, de la didactología de las lenguas y de
las culturas,… i.e. de las ciencias del lenguaje, que están habilitados y que
son competentes para hacer un diagnóstico de la enseñanza en Cataluña y proponer
soluciones, acordes con lo que dicta el sentido común, la razón, los intereses
de los afectos (niños y jóvenes catalanes) y también con la ciencia.
· Que el
Señor nos coja “confesaos” si, en otros casos, el TSJC dicta también sentencias
sin conocimiento de causa; si la casta política y sindical gestiona otros
aspectos de la “res publica” desde el
más absoluto desconocimiento y desde una manifiesta incompetencia e ignorancia;
si los padres, pastoreados por AMPAS y organizaciones varias, se dejan engañar
por partidarios de quimeras que nada tienen que ver con la formación de sus
hijos; si los profesores se dejan utilizar como correas de transmisión de
intereses y de objetivos extraescolares y extraeducativos, que sólo pueden
degradar aún más la importantísima labor que deberían realizar.
· Ante tanta
variedad de porcentajes y ante tanto indocumentado discurso de mercadillo, aquí
dejo una propuesta lógica y razonable, en forma de pregunta, para ser rumiada y
debatida: ¿La mejor solución no sería que los padres pudieran decidir
libremente la formación lingüística
que desean para sus hijos? ¿O acaso tienen miedo a la libertad aquellos que han propuesto
porcentajes sin ton ni son sobre la función del español como lengua vehicular? ¿Por
qué no plasmar, en la escuela, la realidad sociolingüística de Cataluña? Aquí conviven
dos lenguas; los ciudadanos utilizamos la una o la otra o las dos; y no pasa
nada; y no hay conflicto, ni marginación, ni ruptura social, ni…, ni…
Coda: « Je ne
demande pas à être approuvé, mais à être examiné et, si l’on me condamne, qu’on
m’éclaire » (Ch. Nodier).
© Manuel I. Cabezas González
Publicado en Diálogo Libre.
15 de abril de 2014